Hoy me he dejado abducir completamente por la manzana, con la compra de mi primer Mac. Estaba cansada del entorno windows y de los virus, antivirus y demás. Así que me he cambiado a Mac. Estoy adaptándome a ello. Y me estoy acordando de aquellas primeras veces que te enfrentas a algo nuevo. Como la primera vez que te sientas en el asiento del piloto de un coche, o cuando hace tiempo nos asomábamos a ese mundo que se denominaba: "la red". Me asomo al ordenador con cierto, digámoslo así, temor respetuoso. El tacto es distinto a mi ordenata de plástico duro. Es distinto el teclado con una sensibilidad que me hace teclear más despacio para no estar constantemente borrando. Con iconos diferentes, que hacen que vuelva a asomarme a la tecnología con cara de principiante.
Me gusta la sensación. No puedo dar nada por supuesto y sé que voy a recibir numerosas sorpresas. Es una aventura explorar las posibilidades que me ofrece Mac. Es intuitivo, fresco, tiene ese algo característico de Apple que no se puede describir, pero que se percibe. Hay cosas que no me salen, como por ejemplo el copiar y pegar. El Control+C no funciona, o al menos creo que no lo estoy ejecutando como siempre. Porque lo he probado con una tecla que es como una almohadilla y ¡funciona!
Es un nuevo reto. Un cambio prometedor que me lleva a pensar en el paralelismo con la vida. Cada etapa conlleva nuevos retos. Aceptarlos o sufrirlos como impuestos depende de nosotros. Podemos tener miedo, pero eso no debe paralizarnos. Es posible que lo nuevo sea mejor, nos permita una serie de posibilidades que de otro modo jamás tendríamos. Hay que arriesgar, a veces nos saldrá bien, otras veces nos saldrá mal. Pero la experiencia la tendremos ganada y eso siempre es para nuestro beneficio, aunque al principio no lo veamos. Veremos cómo sale esta aventura. De primeras, tengo claro que voy a intentar darlo todo, hasta horas de sueño si hace falta.
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