domingo, 3 de abril de 2011

El síndrome "Roberto Carlos"

Hace unos días pude asistir, por vía web a una conferencia sobre redes sociales y campaña política en la que uno de los ponentes mencionó el llamado "síndrome Roberto Carlos". Mi primer pensamiento, lo reconozco, fue para el futbolista y me quedé sorprendida. ¿Se trataba de liarse a patadas? No. El ponente se refería ol otro Roberto Carlos, al cantante. Hacía mención a una de sus canciones más famosas "un millón de amigos". Se trata de la especie de carrera que hacen algunos en las redes sociales como Facebook o Twitter por alcanzar el mayor número de amigos posible, de ahí el nombre, por hacer honor al "yo quiero tener un millón de amigos". Dudo, sinceramente, que alguno pueda tener un millón de amigos. Están algunos fenómenos, como el caso de @pedroj_ramirez, que en 15 días ha conseguido 10.000 followers... pero creo que de esos, no hay muchos en la red. ¿Para qué sirve tener tantos amigos en las redes? Supongo que para presumir en unos casos, para que te ayuden en los diferentes juegos, en otros. ¿De verdad tratamos a tanta gente? No sé, creo que más que amigos tendrían que tener categorías como conocidos, amigos... Porque un millón me parecen muchísimos. De hecho, creo que hasta 700 ya son muchos. ¿Se trata de cantidad o de calidad? ¿De que sirve tener tantos amigos si nadie escribe en tu muro o te lee? ¿Se trata de tener amigos como quien tiene no sé, trofeos? No lo veo, la verdad

¿A qué responde este síndrome? Creo que toca de lleno con el afán de popularidad que tiene intrínseco el ser humano, de poder influir en los demás, de que se hable de uno. Ya que la mayoría tenemos nuestra vida como en un escaparate, que al menos sea uno de los más vistos, como si tratase de una competición. Algunos es ver una cámara de televisión o un micrófono y parece que se transforman. O si ven a un famoso, se lanzan como locos a por la foto y el autógrafo. Hablan de ellos como si fueran expertos, como si estuvieran puerta con puerta. ¿De verdad se puede conocer a una persona por seguirle en los medios? Imagino que más de un famoso asustaría si les viéramos recién levantados, con los pelos aplastados a la cabeza, con las legañas en los ojos y la babilla reseca en la comisura de los labios. Imagen con poco glamour, sin duda. Y es que, aunque alguno parezca de otro planeta, son seres humanos como todos, con sus historias buenas y sus historias malas. Si los encuentras en la red, la mayoría de las veces si no es página de fans, como por ejemplo algunos en Facebook, les lanzas solicitudes de amistad. ¿Para qué? ¿Para poder decir "tengo a fulanito entre mis amigos"? ¿Alguna vez te ha escrito? Y si lo hace ¿piensas realmente que es esa persona o que lo ha hecho alguno de sus colaboradores? Es de locos.

¿Puedes atender a un millón de amigos? Creo que en cuanto sigues a más de 20 de twitter por ejemplo pierdes información que podría ser de tu interés. Tanta información que recibes te hace estar desinformado. Menuda paradoja ¿no? Es la realidad que ha plasmado un anuncio publicitario de coches. No puedes leer tantas cosas y seguir una vida normal, en la que hay personas de carne y hueso a tu alrededor. Si fuera así, estaríamos las 24 horas conectados a las redes y seguramente terminaríamos en algo parecido a la sociedad desierto, relacionándonos unos con otros a través de pantallas y todo eso por intentar seguir la necesidad del ser humano de comunicación. Que está muy arraigada en nosotros. Es como si intentáramos leer todos los post que publican nuestros amigos, fans y demás en sus respectivos blogs todos los días. Tendríamos que usar horas y horas de nuestro tiempo. Más que 24 horas, el día tendría que tener 65... y nos faltarían. Tenemos que marcarnos prioridades y recordar que hay otros modos de comunicación, como puede ser tomarse un café con los amigos.

Nos creamos necesidades, nos gusta complicarnos tal como trataba ayer en el post. Parece como si tuviéramos que llenar nuestra vida con cosas, cosas y más cosas. Hacemos colección, de historias, de personas. Parece que midiéramos con ello la importancia de nuestras vidas, como si no la tuvieran por sí mismas. Está genial conocer mucha gente, tener muchos amigos, por supuesto; pero si los reconocemos como un bien para nosotros, no como un trofeo, como si los poseyéramos.

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