miércoles, 25 de noviembre de 2009

Días de sol y días de lluvia

Es curioso lo que puede descubrirse si miramos con detenimiento la vida. En los últimos días, mientras mi espalda hacía de las suyas, he tenido tiempo para pensar, en ver los acontecimientos que nos rodean y que a veces ni siquiera podemos ver. Días de sol y supuestamente de lluvia, más bien escasa; pero nos lo han dicho los meteorólogos que en unos días la veremos. Tenemos días de sol y de lluvia sin importar si somos rubios o morenos, altos o bajos, guapos o feos, ricos o pobres, tengamos trabajo o no. Es independiente a nosotros, el que llueva o haga sol. O lo aceptamos o nos rebelamos; aunque no servirá de mucho. Podemos ponernos crema para que los rayos de sol no nos quemen la piel o protegernos debajo de un paraguas si llueve. Poco más. ¿A qué viene ésto? Bueno, a veces nos empeñamos en pelearnos con lo que nos pasa en la vida, cuando realmente, esas circunstancias nos vienen dadas como los días de sol o de lluvia. Y ocurren a los que "se las merecen" y a las que "no". No hay distinción. Las cosas pasan y hay que afrontarlas de la mejor manera posible. Ni hay mal que cien años dure, ni un verano sin fin. Hay alternancia de cosas buenas y malas, la vida tiene un extraño equilibrio. Hasta lo que nos parece peor, realmente puede que no lo sea, incluso que nos venga bien. ¿Por qué pelear entonces? No es la mejor opción, enfrentarse al mundo como si fuera algo hostil a nosotros, sino un lugar donde encontrarse con los demás, con cosas buenas, con buena gente, donde aprender, donde vivir, donde amar. Un lugar con días de lluvia, de tristeza, y días de sol, de alegrías, que se van sucediendo formando un todo, una unidad.

Hablando de unidad... es extraño... en el mundo en que vivimos, tendemos irremediablemente hacia la unidad. Por mucho que haya algunos independentistas tirando dinero en ideas del pleistoceno, el mundo tiende a la unidad. La globalización se va poco a poco inculcando en la mente del ser humano y no sólo eso, se va unificando la vida y las decisiones de uno afecta en los otros. En la actualidad vivimos en una crisis económica que tiene su causa inicial en las hipotecas americanas. Europa vive una crisis por un problema en Estados Unidos. Si se encuentra un nuevo yacimiento de petróleo en un punto perdido del mundo, seguramente afectaría al precio barril, afectaría al mercado mundial. Hemos pasado de la vida de las aldeas a un mundo unificado, aunque no lo parezca. Nos vamos vistiendo poco a poco igual, manejando monedas parecidas, creando entidades más allá de los países como la ONU u otras organizaciones como la Unión Europea. El mundo va hacia la unidad... pero... ¿y el ser humano? ¿La unidad mundial anulará al individuo? ¿Por servir al ser humano vamos a anularlo? Porque si esa unidad que en principio es buena, no se asienta en algo mas puede llegar a ser perjudicial. Palabras estupendas como "progreso", "bienestar", "igualdad" pueden llegar a quedarse vacías si no hay nada detrás. Si sacrificamos al ser humano a favor de la colectividad, no estaremos creando una unidad, sino realmente volviendo masa a los seres humanos. Lo importante de la sociedad no es que la formen un millón de individuos sino que la formen 1+1+1+1+1+1+1+1... ¿Puede haber unidad y al tiempo individualidad? Sí... y la familia es un ejemplo estupendo de ello. En una familia cada uno es completamente diferente y cada uno tiene un papel distinto, sólo en la medida en que cada uno es él mismo y acepta a los demás tal como son, podrá la familia ser un ente vivo, sólo desde el respeto y la comunicación que fundamentan el hilo conductor que es el amor. Un amor que es más que un sentimentalismo o algo intelectual, sino un amor que acepta al otro, que piensa en el tú, no sólo en el yo. Cada uno aporta lo mejor de si mismo, no en los grandes acontecimientos, sino cada día, en las pequeñas cosas, en los detalles sencillos... ¿Puede estrapolarse eso a la sociedad? Sí, si pensamos en los demás no como lobos, sino como iguales.

¿Cómo afrontamos esta situación de crisis? Dándonos cuenta de que el trabajo no es lo que da dignidad a la persona. Es importante, por supuesto; pero no puede ser en lo que fundamentemos nuestra vida. Porque si lo hacemos y perdemos nuestro trabajo, nos hundiremos, creeremos que no valemos para nada y no es así. Nuestra vida es valiosa más allá de que tengamos trabajo o no, podamos trabajar o no. El sueldo es algo relativo. No puede ser algo tan determinante. Si medidos la valía de las personas por las cuentas bancarias, ¿los niños no valen? Cuando miro a Dani, le veo jugar, aprender del mundo, pero él no se preocupa si tendrá comida o bebida, vestido o un techo... Dani no tiene sueldo; pero su valor es mucho mayor y sus padres ya nos preocupamos de que no le falte nada. Y creo que, en estos tiempos de crisis, los valores humanos surgen demostrando que las personas importan más allá de que tengan o no. Ahí está Cáritas ayudando cada vez a más gente, los voluntarios dando su tiempo, las donaciones... el espíritu humano que siempre supera y que derriba los muros en los que le han intentado encerrar. Las ideologías que hoy imperan a sus anchas dentro de 400 años serán un párrafo de un libro, si llega. Por mucho que parezca que van a durar toda la vida, las obras humanas no duran, más tarde o más temprano caen. Sólo lo que es verdadero puede perdurar. Y en una vida humana, lo mejor es vivir día a día, intentar descubrir lo que nos ofrece ese momento. Un momento que no volverá a pasar y que si no aprovechamos, que si no tiene un sentido, quedará vacío para siempre.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que lindo Blog!!!
Te invito a que pase por el mio
clarasojo.blogspot.com

elena | regalos originales dijo...

simplemente si escuchas los lunes que quedan, podemos comprender el texto. dias de sol y dias de lluvia, me recuerda a Quique Gonzalez.
impresionante.