domingo, 3 de abril de 2011
¡Quién dijo que no tengo trabajo!
Si el viernes me echaron del trabajo, cómo he dejado constancia, digamos que he tenido varios días para hacer mi particular "duelo". Al principio, me habría gustado estar soltera, sin niño, ni obligaciones para cogerme el coche y perderme por ahí. Quizá en una playa. Ya, ya sé que el tiempo no acompaña, pero el mar me relaja, mi alma es muy mediterránea. Ésto de estar en una meseta es lo que tiene. Pero bueno, a falta de mar, bien vale el acuario marino, con mis pececillos, mi estrella... y las aptasias que se reproducen más de lo que me gustaría. Otra opción es la montaña; pero me parece que el silencio que buscaba como que no lo iba a encontrar cerca de Madrid. Quizá en Abantos, donde mirando desde la lejanía y viendo la "boina" se puede parafrasear a Obelix diciendo "están locos estos madrileños". El sábado hice una locura. No me tomé la pastilla. Total, como parece que no se nota y que en algun momento se puede pensar que esto de la depresión, del estado de ánimo bajito es algo del pasado, pues decidí dejar el tratamiento. Así me fue claro. El domingo tuve un bajón de estos de agarrate y no te menees. Un bajón que me ha dejado sin ganas de hacer nada hasta hoy. He retomado la guitarra. ¡Madre mía qué mal! Pobres vecinos. He perdido la práctica y no es que la guitarra desafinara es que mis dedos no estaban en lo que tenían que estar. Después me he puesto con el inglés. Sí, parece que estuviera en enero, haciendo propósitos, sólo me falta el de adelgazar... que por otro lado no me vendría mal. Bueno, si los dedos los tenía oxidados, del inglés mejor ni hablamos. ¿Y me he hundido? Pues no y eso es lo más llamativo. Sólo me falta práctica, creerme que puedo y no desistir. Al principio, que es donde me encuentro, no se notará. No creo que termine tocando el "entre dos aguas" de Paco de Lucía como él; pero bueno... mientras a mi me suene bien y pueda tocar una canción con el dichoso Fa sin que suene mal, me valdrá. No son sueños, cometas que se persiguen y no se alcanzan. No, si algo aprendí de las últimas vacaciones, es que prefiero los castillos. No de naipes, sino de arena, de esos que llevan trabajo pero que merecen la pena y que se hacen en equipo, cada uno a su estilo. Ése es mi trabajo actual, hacer mi propio "castillo", ahora que parece que vivo en ruinas. Si los cimientos son buenos, las herramientas son buenas y los materiales son buenos, todo se puede reconstruir. Y sé que tengo buenos cimientos, muchas herramientas de primera y materiales, no de Champions, sino de Mundial. Todo empieza en este momento. Todo lo pasado es experiencia de la que se puede aprender y ahora que no tengo un gran peso, puedo aprovechar para aprender de una situación que no esperaba pero que se me ha presentado y que es una realidad que puede ser mucho mejor de lo que puede parecerle a la imaginación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario