En los últimos días, la vida nos ha enseñado al mundo entero que se abre paso. Estaban trabajando, haciendo lo que sabían, en condiciones no todo favorables. Y ocurrió. Un accidente, que quizá en otra parte del mundo no habría pasado. O quizá sí, porque ese tipo de cosas puede pasar en cualquier sitio. Se quedaron 33 a oscuras, en las profundidades de la tierra. Algunos pensaron que aquella mina sería su tumba. No estaba así escrito el guión. Les prepararon para lo peor. Estar meses dentro de la tierra, sin ver el sol, a los suyos... La vida se abre paso siempre que hay espíritu humano. Todo el esfuerzo es poco por una vida. Caray, a veces parece que nos importa más los animales en peligro de extinción que nuestros congéneres. Pero éste no fue un caso así. La vida no se abortó. Salió a la luz. El mundo se unió, se rezó, se trabajó y la esperanza, como un fénix, resurgió de las cenizas de la tierra. En una especie de cápsula, quizá inspirada en la que se usan en los supermercados para subir de la caja a la oficina el dinero, con poco espacio y mucho tiempo para pensar. Emerger de las profundidades no es sencillo y lleva tiempo. Un tiempo de silencio, roto quizá por el ruido de las máquinas que hacían subir a la cápsula. Una hora. ¿Qué es una hora para ver el sol, respirar aire "puro", tras tantos días en la oscuridad, encerrados? ¿Qué pensarían en ese trayecto? No eran conscientes de lo que les esperaba arriba. Sólo querían salir, vivir... Dejar las tinieblas y ver la luz... Todo salió bien. La vida se abrió paso y los 33 salieron.
Nunca he creído en las casualidades y pienso en este periplo como una gran lección. Cuando todo parece que es imposible, que no hay nada que hacer, que todo está perdido... hay un rayito de luz, una sonda con un papel amarrado. Es la realidad. Más simple y más llana. Nos enseña como los buenos maestros a aprender, a encauzar nuestros problemas desde otra perspectiva. Más de uno se habrá sentido alguna vez en las entrañas de la tierra, en una cueva de problemas.Parece que el mundo se nos cae encima o que estamos como Atlas, con el mundo a nuestras espaldas. Y no es así. Cuando parece que se ha acabado todo y que se cierra el telón, aparece algo inesperado... todo se soluciona, con buena voluntad, con humanidad y con espíritu humano.
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