domingo, 3 de abril de 2011

La última cima

Acabo de ver una película fuera de lo común. No creo que el director y su equipo la hayan hecho por hacerse famosos, ni por ganar dinero... creo que la historia les quemaba por dentro. Descubrieron algo en su vida y tenían que contarlo, como fuera, sin importar las consecuencias. La gente que estaba viéndola conmigo tampoco era común. Cada uno de su padre y de su madre, jóvenes, adultos, altos, bajos, de todos los estilos y colores, llevados allí, quizá por la curiosidad, quizá sabiendo lo que iban a ver, quizá llevados por la insistencia de un amigo, conocido, familiar... Quien lo sabe. Hay muchas cosas que llamaban la atención.

Lo primero de todo, ni un cartel anunciando la película. Publicidad del príncipe de Persia, de Sexo en Nueva York... En la sala 23 anunciaban que a las 20.30 se iba a proceder al visionado de "Street Dance 3D". ¿Street Dance? ¿Me había equivocado de sala, de día, de hora? NO. He revisado varias veces la entrada, sacada por internet, dicho sea de paso. Sala 23 20.30 fila 10, asiento 10 08/06/2010. Pues no, la entrada lo decía bien claro. Así que entré en la sala y no había nadie. Sentada en medio de la sala, pensaba que iba a verla sola. Nada más lejos de la realidad. a las 20.15 empezó a entrar gente y seguían entrando con la peli empezada. Una película sin anuncios en la entrada y que sin embargo, estoy segura que ha sido la más vista en esa hora.

Siguiente sorpresa, los primeros fotogramas de la película. Un dibujo animado en negro, como de carboncillo, sobre fondo blanco en el cual se ve una crucifixión, con un montón de gente aplaudiendo, tapando la cara a un niño, retransmitida por los medios... una crucifixión de un sacerdote. Después la explicación del director. ¿Alguien se imagina a, no sé, a Woody Allen saliendo a justificar una de sus películas? ¿O Almodóvar? Es que en los tiempos que corren, hacer una película sobre un sacerdote y hablar bien es para que el director se justifique y casi pida perdón. Y, lo curioso es que uno sale de la película dando gracias por la gente que la ha hecho. ¿Y el protagonista? El protagonista, a su pesar, es Pablo Dominguez, un sacerdote. Digo a su pesar porque si algo te queda claro de la película es que Pablo vivía volcado en los demás, despreocupado de si mismo, sencillamente ya no se pertenecía desde el mismo día en que se ordenó. Un sacerdote enamorado de su vocación, que vivia apasionadamente cada momento y que no dejaba indiferente. Se salía de los estereotipos que a veces nos marca la sociedad. Nadie espera que un cura publique su tesis doctoral en una editorial anarquista, que tenga como amigo a un presidente de una asociación de ateos, que hable de la realidad, de las cosas cotidianas con una forma diferente a la que impera. Alguien que no se rige por criterios humanos y que ve en todo y en todos a Dios. El protagonista de la vida de Pablo era... perdón, es... Dios. No un Dios abstracto, de esos que se ven en la lejanía... no, un Dios presente en cada cosa, en cada rostro.

La película transcurre haciendo preguntas y propuestas. ¿Es lo normal? No. Mostrando una cara de los sacerdotes, de la Iglesia que no es la que se suele ver. No se suele ver porque a veces los cristianos llevamos la fe metida en un armario, ahora que está tan de moda salir de él. Si el mundo pudiera conocer lo que es encontrarse con Dios, sería distinto. Pero los cristianos a veces estamos tan pedientes de no contar, de no parecer, de mirar al cielo... que no nos damos cuenta de que en el suelo, en los demás hay gente que necesita esa sonrisa, ese detalle, esa escucha. Porque en el mundo se pueden hacer las cosas con dinero, con cabeza o otras partes del cuerpo... con un par, para entendernos. Pero lo más valioso es el corazón. Los demás, ni son lobos, ni los enemigos. Y es necesario que nos lo recuerden. Aunque no lo parezca, los demás se me dan, son un don para mi. Sí, aunque sea en el atasco, en las caras aburridas del trabajo, aunque insulten, aunque no comprendan...

A los sacerdotes les toca estar en primera línea. Lo saben, quizá por eso se visten así, siendo un blanco perfecto. Parece que están solos, que reciben todas las lanzadas y las incomprensiones. Todos los tópicos que se nos ocurran y que tiran su vida por serlo. Yo me acordaba de todos aquellos que "tiraron" su vida escuchándome, dándome lo mejor de su vida, sin miedo, sin esconderse tras el respeto a los otros. Porque cuando algo es bueno para uno, intenta compartirlo con los demás. Si lo hacemos con espectáculos, con comida, con otro tipo de diversión... ¿por qué no hacerlo con la fe? ¿Porque no está a la moda? Quizá en estos tiempos es cuando más se necesita. Sí, hay gente mala... pero hay mucha más gente buena. ¿Qué vas a perder por probar?¿Qué puede pasar por hablar con un sacerdote? Quizá te sorprendas.

No voy a contar nada más de la película. Merece la pena verla, He reído, he llorado, he aplaudido, se me ha hecho corta y me ha encantado. He pensado que habría estado genial conocer a Pablo en persona. Ahora veré las noticias de forma diferente. ¿Quién podía imaginar la vida que se ocultaba detrás de la noticia de la muerte de dos montañeros en el Moncayo? Y es que, detrás de las noticias hay personas, como tú y como yo.

No puedo seguir escribiendo. Las ideas se me agolpan y tengo que poner un poco de orden. Escribiré un poco más tarde

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