domingo, 3 de abril de 2011

¿Igualdad de trato? Yo no lo llamaría así

Vivir en España es lo que tiene. Cuando una cree que la clase política no puede sorprenderle más, van y como si fueran magos se sacan de la manga una ley que más que sorprender, asusta. Me refiero al proyecto de ley integral para la igualdad de trato y la no discriminación. Suena bien, pero viniendo de donde viene... a mi me da por temblar. Por si alguien no ha leído este "maravilloso" texto, os pongo el enlace. Como se puede observar el link es de La Moncloa, no de Intereconomía ni de esos "medios oscuros" que más de uno querría acallar:

http://www.la-moncloa.es/NR/rdonlyres/FD7CDD94-1918-483B-BCE4-D2D3783E46FF/135191/LIT7ENERO2011.pdf



¿Por qué me hace temblar? Porque, para mí, se carga el principio universal de presunción de inocencia. Nos devuelve a los tiempos de Torquemada donde los denunciados eran lo que debían demostrar su inocencia y no los denunciantes la culpabilidad. Y si eliminamos la presunción de inocencia, los ciudadanos dejan de ser personas para convertirse en enemigos de los demás, volver a la Ginebra de Calvino pero en su figura más oscura y temerosa. Se puede llevar a lo absurdo la cotidianeidad de una sociedad que ya está en el límite. Porque todo puede ampararse en esta ley. Cuando uno toma una decisión, toma partido por algo, por lo que hay siempre una opción ganadora y otra perdedora. ¿Os imagináis que el perdedor aplique esta ley porque se siente discriminado? Se podrían impugnar hasta unas elecciones y quedarse tan panchos. Se pueden cerrar webs, blogs, hasta cadenas por oposición, por discriminación. Es intentar controlar al máximo a la ciudadanía, si es que no está controlada por esa supuesta educación que sólo es tolerante con sus propias ideas. Ni en el peor totalitarismo de la historia se ha podido ver algo así. ¿Qué es lo primero la libertad o la verdad? No se trata de imitar a "Braveheart" antes de la última batalla arengando a las tropas, ni recuperar ese diálogo fantástico de "el Príncipe de Egipto" a la orilla del Nilo, con un Moisés hablando a su pueblo oprimido. De aprobarse esta ley puede hacer más daño que todas las aprobadas bajo este gobierno juntas. Haría perpetuar un ideario que dejaría en simples panfletos libros como el PROYECTO ZAPATERO de Ignacio Arsuaga y M. Vidal Santos o el LIBELO CONTRA LA SECTA de Hermann Tertsch. O los prohibiría o los haría arder en las llamas de la hoguera del régimen. Porque la democracia habría sido el instrumento para convertirse en un régimen de dudosa legalidad, para perpetuarse en el poder y hacer callar a las voces que no son afines.

Parezco muy negativa, pero es que las "lindeces" de este proyecto me lo hacen ser. Demuestra que al gobierno no le preocupan los ciudadanos que están en el paro, las dificultades de los pensionistas para llegar a fin de mes... ¿También de esto tiene la culpa la guerra de Irak? Venga hombre, dejar ese cuento de una vez que ya no hay quien se lo crea. Aznar no es el responsable de la ineptitud mostrada por un gobierno que parece la encarnación de la cigarra del cuento, a quien la crisis económica le pilló mirando para otro lado y que cree que, aunque ellos no trabajen, saldremos de esta. El socialismo es una buena idea; pero en su vertiente europeísta, no en la del clima de los años 30 españoles antes de la guerra. ¿Quieren tener memoria? De acuerdo pero que no se carguen la transición, que si no, ya nos sabemos el final de la historia. Y si quieren hacer memoria, que la hagan pero de verdad, que ni unos eran tan malos, ni otros tan buenos. Están intentando adoctrinar y parece que a nadie le importa, hasta que nos tocan el bolsillo. Nos estamos tragando conceptos, como si fueran los más sencillos. ¿De verdad que son representantes de los votantes? ¿Ésto es lo que quieren las personas que han votado a estos gobernantes, que se dejaron engatusar por promesas como el pleno empleo, como un mundo mejor? Me recuerda a 1984 de George Orwell.

Sé que no es forma de empezar un mes... pero llevo días con este post en la cabeza y tarde o temprano había que sacarlo. Aún a riesgo de que a alguno no le guste o de romperse la cara.

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