Hace unos días veía en televisión uno de esos realities que llaman la atención, porque muestran cosas buenas. Normalmente los realities nos enseñan a concursantes en pruebas complicadas, superándolas o dándose de bruces, lo que fomenta la carcajada de los espectadores. O salen los típicos voceadores, hablando mal de todo el mundo y pensando que son el ombligo del mundo y que la vida existe para conocerles. Realities donde el premio es al más guapo, al que mejor cae, al que más aguanta o lo que se nos ocurra. Bien, este reality del que hablo no es de esos. Diría que hasta fomenta el espíritu humano. Personas que ayudan a otras personas que se han quedado sin hogar o que viven en algo peor que una pocilga. Y no lo hacían cobrando, ni porque quisieran algo a cambio. Lo hacían para ayudar y pensando en esas personas que lo estaban pasando mal. El programa se llama algo así como esta casa era una ruina. Creo que hay diferentes versiones dependiendo del país. Personas que recuerdan el significado de la palabra "altruismo". ¿Sabemos nosotros lo que significa? ¿Cuándo fue la última vez que lo practicamos? A veces acallamos nuestra conciencia, nuestro corazón rebuscando los céntimos para el pobre que nos encontramos en la calle. Eso sí, se los damos como poniendo distancia, como si el acercarnos nos pudiera contagiar algo. Miramos a los demás como extraños o como competidores. A lo máximo sentimos lástima, cuando en el corazón humano que todos tenemos se nos agolpa la compasión. Parece que el sacar algo bueno de dentro es de tontos (por no decir otra cosa) o de santurrones que más o menos es lo mismo. Y eso se lo debemos a esas "sabias voces" que nos dicen que hay mucho aprovechado, que se lo merecen... o qué se yo. Digo sabias voces porque parece que siempre somos los mismos tontos a los que nos toman el pelo, que nos dejamos engañar por engatusadores. Y así, claro, no nos fiamos ni de nuestra sombra. Una mala experiencia y generalizamos, normalmente para mal. Si nos ha ido mal con un hombre... es que todos los hombres son iguales. Si nos ha hecho una "pirula" un conductor con un coche de gama alta, generalizamos y pensamos que todos los que llevan esa marca son unos cretinos. En nuestro corazón algo chirría; pero como parece que es aceptado por la sociedad, pues lo mandamos callar. Este programa se sale de la norma y nos provoca, precisamente, porque no hace lo mismo que los demás. No despelleja, ni juzga, sino que ve un problema e intenta solucionarlo. Alguna "voz sabia" dirá que hace muy poco, que hay muchos que lo necesitan, incluso más que los que salen... Pero... ¿Qué hace esa voz sabia para cambiar la situación? ... Nada... habla desde su despacho, desde su tribuna, desde su púlpito... o desde su blog, que nadie piense que me sitúo por encima del bien y del mal.
Espíritu Humano. Muchos de los anuncios que más recordamos ponen su atención en ello. Son famosas las marcas que nos recuerdan que en el mundo hay muchas cosas buenas, o que hay gente que es capaz incluso de ir a una clase de baile de salón por "una buena causa". Evidentemente, todo anuncio publicitario busca crear una opinión positiva hacia esa marca y conseguir ventas, nuevos clientes... Pero, no nos quedemos en ello, ya que los creativos nos han regalado esas "perlas" de espíritu humano, que siempre intenta salir, abrirse paso, como la propia vida. No es necesario marcharse muy lejos para dejarse llevar por el espíritu humano. Seguramente cada día nos cruzaremos con personas que se sienten "menos personas"... quizá nosotros nos demos cuenta pero como somos personas "taaaaaannnnnnnn" ocupadas, pues como que no podemos perder el tiempo en esas minucias. ¿Actuaríamos así si fuéramos nosotros los "menos personas"? Porque a todos nos gusta que nos ayuden cuando lo necesitamos o que nos escuchen. Recuerdo que uno de los peores momentos que he vivido fue cuando le solicité a mi responsable que habláramos, que quería decirle algo y cuando conseguí que me prestara cinco minutos de su "preciosísimo tiempo"... sólo habló ella. Salí de allí pensando ¿para qué ha servido ésto? No me dejó hablar, no me escuchó. DIjo lo que pensaba que quería oír y a otra cosa mariposa. No es más sordo aquel que no oye sino aquel que no quiere escuchar. Se evitarían muchos problemas si escucháramos. Sólo hay que recordar que el 60% de nuestra comunicación es no verbal. Si no prestamos atención a los de al lado y tampoco les escuchamos... ¿qué nos queda?
Espíritu Humano. Es bueno que haya programas que nos lo recuerden. Aunque a veces usemos el índice de audiencia para eliminarlos de la parrilla o para ponerlos a unas horas intempestivas. Seremos con lo que nos alimentemos. De nosotros depende lo que fomentemos en nuestra vida. Si nos preocupan las futuras generaciones, no sólo para que nos paguen las pensiones, quizá tendremos que mirar con más detenimiento qué tipo de valores y de educación les estamos dando. Está muy bien que disfruten de estabilidad monetaria, siempre que eso no sustituya lo más importante, "el gran valor", el tiempo de atención de los padres. No son tontos, sino personitas que, en la mayoría de los casos, no pasan del 1.60 en la niñez y algunos en la adolescencia. Entramos en lo complicado que es la conciliación vida laboral y familiar, de los padres y de las madres. Que a veces parece que, como culturalmente, lo aceptado es que los hijos son de las madres, pues como que los padres están exentos de muchas cosas. Y no es así. Quizá ellos no puedan dedicarles mucho tiempo. Pero lo importante no es la cantidad, sino realmente la calidad. Y no es calidad si un hombre está con su hijo, intentando oírle y al tiempo está escuchando a su teléfono móvil, pensando en todo lo que tiene que hacer al día siguiente. Eso... eso se lo transmiten al pequeño. Y más de uno tendrá ganas de saber lo que cobra su papá por una hora de su tiempo para ver si con lo ahorrado en la hucha le alcanza. Es lamentable, pero si somos sinceros a veces nos ocurre. Podemos (o pueden los hombres) estar ocupadísimos... que si no saben dar prioridad a lo verdaderamente importante, cuando quieran escuchar a sus hijos, será demasiado tarde. El trabajo es importante en la vida; pero no es la propia vida. Si es la propia vida, el día que nos despidan (y tarde o temprano todos pasamos por ello) nos moriríamos, dejaríamos de tener razón de ser.
Espíritu Humano. Es lo que sale de dentro. No se corrompe por lo de fuera, aunque sí podemos ahogarlo, intentar silenciarlo. La mayoría de las veces, echamos en falta su presencia. Las personas que lo viven, nos atraen, nos dejan poso. Nunca es tarde para alimentarlo, para volvernos a nosotros mismos y buscarlo dentro. Es lo más importante, es la sal de nuestra vida, la luz de nuestro día a día. No tenemos que conseguirlo, porque ya está dentro de cada uno. Quizá lo que haya que hacer es recordarlo.
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