domingo, 3 de abril de 2011

El Secreto

Hace unos días escuché por primera vez noticias sobre un libro que parece que está causando furor. Se llama como he titulado el post y como me han hablado tanto de él, pues me han picado la curiosidad y lo he buscado por internet. Una de las cosas que más me ha llamado la atención es lo que me dijeron hace unos días de él. Según el libro, una de las premisas fundamentales es empezar cada día dando gracias. Lo describían como si fuera una novedad, un descubrimiento de nuevas terapias para afrontar la vida, algo modernísino y completamente de moda. ¿De verdad es tan moderno? Pues siento decirlo; pero eso tiene más o menos... 2000 años de antigüedad, si no es más. Es el tiempo que los creyentes llevan haciendo eso precisamente. Dar gracias. Puede que la novedad sea concretar, no ponerse en plan deseos de misses en los concursos de belleza, o propósitos de enero. No, se trata de levantarse y dar gracias. Parece sencillo ¿verdad? Pues no lo es. Cuando las cosas van bien, parece simple... pero... ¿y cuando las cosas van mal? Parece un consuelo de tontos. Imaginaos la siguiente escena: Una mujer abre los ojos y dice:

Gracias por mi marido y su maravillosa sinfonía para nariz y garganta al oído, gracias por mi hijo que se ha despertado cada media hora, gracias por el perro del vecino que no ha parado de ladrar, gracias por esta casa reconvertida de un gallinero, gracias por un trabajo en el que soy un número y que no me permite hacer nada más que números para que el sueldo dure todo el mes, gracias por los atascos mañaneros...

Sonaría como poco a cinismo o algo así, Sin embargo, el dar gracias cuando empieza el día es estupendo para posicionarse en el inicio del día. Para darse cuenta de que todo lo que tenemos, son bienes que nos han sido dados. La propia vida es algo que se nos ha dado, que no hemos conseguido por nosotros mismos. Y eso hace que nos posicionemos de forma diferente. No te levantas igual si tienes que conseguirlo todo por ti mismo a cuando reconoces que no es así. Darse cuenta de lo verdaderamente importante, de lo afortunados que somos y de los bienes que tenemos, bienes materiales o espirituales. Si empiezas quejándote, mal empiezas y como dice el refrán, lo que mal empieza mal acaba. Porque empiezas el día llevando sobre tus hombros, como Atlas, el peso del mundo. PERO... si empiezas dando gracias, reconociendo que no lo puedes todo, que la vida es un regalo que hay que aprovechar y que los demás no están ni para satisfacer tus deseos ni para tocarte las narices... pues la cosa cambia. Y si eres creyente y ves que todo lo que pasa en tu vida son cuidados del Todopoderoso, que estás bien hecho y estás hecho para la felicidad, para la plenitud... pues te levantas con fuerzas y nada de lo que pase en el día podrá hacerte perder la serenidad, aceptarás todo como un regalo, lo bueno y lo malo. En el ejemplo que ponía antes, darás gracias por tu pareja, por el amor que os tenéis y porque al estar juntos uno saca lo mejor del otro, saca la realidad, se van conociendo y se aceptan tal y como son. Se da el valor a lo realmente importante. Y habrá malos momentos, como es normal; pero se superan porque la otra persona es una apuesta y un bien para mi vida.

No he leído el libro y no creo que lo compre; pero me ha venido bien que me hablen de él porque me he dado cuenta de que yo conocía el verdadero secreto y se me había olvidado.

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