viernes, 29 de abril de 2011

Asumir responsabilidades

He estado un buen rato sólo con el título de este post. No porque no supiera de lo que quiero hablar, sino porque no tengo muy claro cómo enfocarlo. Y es que es complicado asumir responsabilidades, aunque lo hacemos a diario. Este post viene provocado por algo que me ha llegado por correo, mi tarjeta censal. En ella se indica el lugar donde puedo depositar mi voto en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Votar es asumir una responsabilidad como ciudadana, es un derecho y también una responsabilidad. Es pensar quién creo que puede hacerlo mejor en lo que se refiere a mi ayuntamiento y a mi comunidad en los problemas que percibo. Es dejar en manos de políticos decisiones que me van a afectar en el día a día. Es una responsabilidad importante, porque si me equivoco o me lo tomo a la ligera, puede que se hagan cosas que no crea que sean importantes o que se destine el dinero de mis impuestos a algo que me desagrada. Es el momento de pensar de forma altruista, confiada y al tiempo egoísta. Altruista porque es pensar en el bien de todos los que me rodean, confiada porque quiero pensar que los elegidos son transparentes y no buscan intereses personales de enriquecimiento en la política y egoísta, porque quiero pensar en lo que pueden hacer por mejorar mi vida, porque elijo a mis representantes. Es el momento de elegir a quienes van a hacer algo por mí, de pensar si los que están ahora lo han hecho bien, o hay que darle esa responsabilidad a otros. Es más serio de lo que puede parecer. Todo por un simple papelito. Algo que marcará 4 años de mi vida y que se hace en escasos segundos.

Asumir responsabilidades que van más allá del cargo que puedes ocupar en la vida. En el trabajo se puede ver muy claro. A veces por asumirlas, pueden partirte la cara o llevarte grandes decepciones, porque los que ostentan cargos demuestran que les vienen muy grandes y como subordinado pierdes la confianza. Eso es lo peor, tener que trabajar para un jefe que sabes que no te ve como persona, sino como unos simples resultados. Que te está deshumanizando dentro de esa gran fábrica de hacer dinero que es una empresa. Y terminas callando porque si no lo haces, sabes que te mandarían a casa, pondrían a otro en tu lugar y la vida seguiría tal cual, con el verdadero problema dentro. Y aún así, algo en tu interior se pregunta qué es lo que has hecho. Asumir responsabilidades a veces puede conllevar escuchar al corazón, escuchar la voz del interior que puede martillearte con antiguos sucesos, como si tu vida fuera la obra de un herrero, que se va modelando a base de golpes. Porque, si en algunos casos el despido es una liberación, siempre hay una parte de martilleo. Y, el hecho de enfrentarte a lo desconocido del mercado laboral, también es asumir responsabilidades que no siempre se está preparado para asumir. Asumirlas, conlleva cierto vértigo, cierto miedo. Si no se siente así, quizá no seas consciente de lo que implica afrontarlas.

La vida está llena de responsabilidades. Desde que te levantas y te vistes, hasta cuando coges el coche o recoges al peque en el colegio. No se trata de ser como Atlas, siempre con la bola del mundo encima, sino de ir asumiéndola, metiéndolas en la mochila o dejarlas en el borde del camino. Con el paso de los años vamos acumulando decisiones, tomando diferentes caminos, dejando otros, a veces con capítulos sin acabar como queríamos y por mucho que nos empeñemos en recordar o en imaginar el final, es manera de perder el tiempo, porque los capítulos acaban más allá de cómo queramos hacerlo. Es como Alicia en el País de las Maravillas, cuando piensa que puede controlar lo que le rodea porque es su sueño. ¿De verdad controlamos lo que pasa en nuestros sueños? Si lo hiciéramos, no serían parte del inconsciente o del subconsciente ¿no creeis? A veces es mejor darse cuenta de que algunas responsabilidades las tenemos que asumir sin haberlas elegido. Están como si fuera un pack con otras que sí, libre y espontáneamente (como en las bodas) hemos elegido. Y de aceptarlas y asumirlas también va nuestro camino hacia la felicidad.

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