viernes, 12 de septiembre de 2008

Los príncipes azules... destiñen

No, no se trata de que tenga problemas con mi príncipe azul... porque yo no tengo. Yo tengo a mi mejor amigo, a mi pareja, a mi confidente; pero no es mi príncipe azul. Sólo de imaginármelo en un blanco corcel, con una armadura azul... jajaja... o con mallas azules al estilo Robin Hood, bailando al estilo ballet el "eres tú, mi príncipe azul que yo soñé...", no sé, creo que el ataque de risa se oiría hasta en Laponia por poner un sitio. ¿Entonces? Es que yo no creo en los príncipes azules. Yo creo en las personas que intentan ser ellas mismas, haciendo lo que creen que es lo mejor, que se entregan al máximo por aquello que es su sueño. No creo en las parejas perfectas, en las personas ideales, sino en las parejas que se aman, que conviven y caminan juntos. Porque cuando dos personas empiezan a ser equipo, empiezan a ser uno, no hay nada que pueda con ellos. Yo lo veo con mi relación, si dejamos de hablar un dia de nuestras cosas, de pasar tiempo solos o con el peque... en el momento en que abrimos ese círculo, entonces no descansamos ni crecemos como pareja, como familia.

A veces corremos el riesgo de idealizar a una persona, a un amigo, a la pareja... les subimos en un pedestal y casi nos anonadamos cuando les contemplamos. Hasta que se nos caen por el propio peso de la fragilidad humana. ¿Es su culpa? No, es nuestra porque no hay ser humano perfecto, todos desteñimos, todos tenemos un mal dia de vez en cuando, días en los que habría sido mejor quedarse en la cama. Quien pueda, porque con una feria al lado, dormir lo que se dice dormir es complicado. Hasta las casas ideales destiñen. No hay un sitio idílico, el paraíso suele tener goteras. Cuando no son unos vecinos un tanto escandalosos, es lo complicado de aparcar a la puerta de casa, es un perro que ladra a horas inesperadas... aunque nos fuéramos a la mitad del campo, en plan ermitaño, habría algo que no sería perfecto. Las comunicaciones, alguna plaga, la soledad... ¿Qué hacer? Pues vivir lo mejor posible aceptando las limitaciones. Aprender a sobrellevar lo que sucede alrededor. Si no te dejan dormir con la feria, pues aprovecha para leer. De las cosas malas siempre se puede sacar algo bueno. Y no es palabrería. Lo comprueblo cada día cuando decido ponerlo en práctica. Un ejemplo: el martes era fiesta en Madrid por lo que los tres estábamos de vacaciones... dejé a mi marido en la oficina porque tenía un compromiso que no podía dejar para otro día y pensé que todo iba a ser perfecto. NI que decir tiene que me equivoqué. No viene al caso lo que pasó pero me enfadé y mucho con él. Íbamos a celebrar los tres mi cumpleaños y por un despiste (serio, pero despiste) todas mis ilusiones se iban por tierra. Me dieron ganas de irme, de pasar el dia sola y de llorar. Finalmente fuimos a comer y como salió tarde no encontramos sitio en nuestros restaurantes favoritos. Todo parecía un desastre... pero se arregló. Fuimos a un sitio que no habíamos ido nunca y nos encantó. El día se arregló. ¿Por qué? Porque cambiamos el chip, decidí que lo importante es que estábamos los tres, disfrutando de una buena comida, de estar juntos y que eso era mucho más importante que cualquier cabreo.
Hay veces que hay que relativizar, no buscar efectos porque siempre hay gente más grande y más pequeña que uno, siempre las cosas pueden mejorar o empeorar, depende de nosotros mismos el camino que tomar. Hasta en los peores casos. Recuerdo que una vez conocí a una persona que le habían diagnosticado cáncer. Y daba gracias a Dios por ello. Yo pensé que estaba majareta, que le faltaba un tornillo. Que te digan que tienes cáncer, no es precisamente una bendición, desde mi punto de vista. Pero esa persona me dijo que era creyente y que Dios no podía mandar nada malo. Que si le daba un cáncer no era un castigo, sino una "caricia" y que por tanto tenía que ver las cosas positivas. Ahora vivía de otra forma, no se enfadaba tan fácilmente, disfrutaba de los pequeños momentos, esos que se perdía cuando estaba "sano". Había hecho de la enfermedad su bendición y por eso daba gracias a Dios. Su manera de vivir me hizo pensar mucho en cómo afronto yo esas "caricias". Y la verdad, no sé si reaccionaría así. Quizá porque tengo una idea de calidad de vida que no casa demasiado con una enfermedad tan dolorosa y difícil. No es que esté a favor de la eutanasia, suicidio asistido o como quieran llamarlo. Al contrario, soy pro-vida y esa opción de asesinato no va conmigo. Pero de ahí a ver las enfermedades como una bendición... si es así, comprendo que haya tan pocos "amigos de Dios". Normal, si trata así a sus amigos... No sé, veo complicado eso de dar gracias por los males que suceden en la vida. No soy una santa.

No hay personas ni situaciones ideales, somos nosotros los que sacamos el partido de lo que nos sucede, sea bueno o malo. Mejor ser uno mismo que ponerse en plan príncipe azul o superhombre o supermujer. Eso es para la ficción, para pasar un buen rato con la imaginación. El mundo real es demasiado entretenido como para quedarnos en la queja o en la lamentación. Lo que nos ocurre son herramientas, dependa de nosotros el cómo las usemos.

1 comentario:

ave fénix dijo...

Pues ¿sabes?, tienes mucha razón en lo que dices de sacar lo positivo de lo negativo....
Ahora, más o menos hará un año de la muerte de una vecina,(amiga de mi infancia), también murio de cancer con 33 años de edad y siempre vi en ella una luchadora, ella decia estar contenta por que esa enfermedad se cegó con ella y no con su hija... tenia una niña de 4 años de edad y daba gracias por que no era la niña quien sufria la enfermedad...recuerdo que decia : " me voy contenta por qué , soy yo quien me voy y no mi hija...."
Al leerte la he vuelto a recordar...por unos instantes la he visto en mi memoria, aún tan viva.

Besitos.