miércoles, 4 de junio de 2008

¿Qué he hecho yo para tener un día asi?

Cada vez estoy más convencida de que hay días que sería mejor quedarse en la cama. Os lo aseguro, es que si me lo cuentan no me lo llego a creer. ¿Qué pasó ayer? Pues sinceramente, que no fue mi día. Después del periplo con el hospital de Torrelodones, me levanté con una calentura labial, típica de momentos de estrés. Estuve esperando a que Dani se despertara para ver si le llevaba al pediatra o esperaba. Se despertó contento y sin cacota. Pero, yo seguía intranquila. 7 días con descomposición es mucho y cuando se trata de un bebé toda precaución es poca. Le dí el bibe de cereales con cacao y se dejó los 30 de rigor. Daniel nunca ha querido los cereales en papilla, y su mami no le obliga, porque tiene toda su vida para comer con cuchara, tenedor y cuchillo. Cuando se acabó el bibe, llamé al centro de salud para pedir cita con su pediatra. Una señora muy amable me dijo que hasta la semana que viene no podía darme hora ¿Cómo dice? En vez de pedir explicaciones, vestí a Dani y le monté en el coche. Y Ahí empezó la odisea del día. Me fui a un hospital privado en el que dicen que a los niños les atienden muy bien.

Esperaba que no ocurriera lo mismo que en Torrelodones. Y no, me esperaba una sorpresa mayor. No tengo queja de las recepcionistas, que fueron muy amables. Al llegar al hospital sur, les dí la tarjeta del seguro de Dani para que me pudiera atender un pediatra. La tarjeta producía un error por lo que había que hablar con la aseguradora. Media hora de reloj en el mostrador esperando que la cantinela de la compañía cesara y se pudiera solucionar lo del código. Para mi sorpresa, me dijeron que la tarjeta no pasaba porque estaba dada de baja. ¿¿¿CÓMO???? No es posible. Estaba de baja desde el 1 de mayo, tanto Daniel como yo. Creía que me daba algo. Sola en el hospital, con mi marido fuera de España, me decían que mis tarjetas habían sido dadas de baja. Llamé a la empresa donde trabaja mi marido y las líneas de teléfono eran casi inexistentes. Vamos que hablar con Recursos Humanos era más difícil que el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Recreativo de Huelva.Viendo que no podía hablar con ellos para ver qué pasaba. Llamé a mi marido que se quedó igual de perplejo que yo.


Mientras él hacía las gestiones pertinentes por teléfono, yo salía con Dani én el coche camino del hospital de Alcorcón. Cada vez más nerviosa y con ganas de llorar. Al llegar, aparqué en la zona de urgencias y con el peque en brazos me dirigí a la admisión de pacientes por urgencias. Sin darme cuenta de que me había dejado la tarjeta sanitaria en el coche. Cuando estaba a punto de tocarme, me dí cuenta de que no tenía la tarjeta y estaba a punto de ir a por ella cuando un señor muy amable me dijo que no hacía falta, que se la diera cuando me dieran el alta y arreglado. A los cinco minutos Daniel ya estaba en la zona de pediatría donde una doctora muy maja le hacía el reconocimiento. En toda la mañana el peque no había hecho cacota y su humor mejoraba aunque estaba un poquito irritable. No tenía fiebre y la doctora me confirmó que había hecho lo correcto al darle el tiorfan y que el cuadro de gastroenteritis se había producido por un virus. No era por reacción a la vacuna sino que era un cuadro de 7 a 10 días con diarrea.


Parecía que todo se arreglaba. Salvo las líneas telefónicas porque mi marido me estaba llamando cada dos por tres y no conseguíamos hablar. Finalmente, me dieron el informe de que quitando la descomposición, Dani estaba bien y nos fuimos al coche, a por la tarjeta sanitaria. Dejé a Dani en el coche y corriendo fui a solucionar el trámite. Cuando volví a los dos minutos al poner el coche en marcha y moverlo oí un ruido. Me bajé y vi el guardabarros trasero casi en el suelo. Alguien me había dado por detrás al aparcar. ¿Quién? No lo sé. Pero si faltaba algo para tener un dia nefasto, acaba de pasar. Coloqué el parachoques como pude y me dirigí a casa de mis padres, autoinvitándome a comer. Me había ido de casa a las 11.30 y eran las 14.00. En ese periodo de tiempo me había enterado de que no tenía seguro privado y que me tocaba dar un parte al seguro por algo que no me esperaba en absoluto. Mi estado nervioso estaba llegando a su punto culminante. Conduje con rabia, con cuidado y con enfado. No sé qué cara tendría pero mi madre me repitió un par de veces que me calmara cuando llegué a casa. Mi padre me revisó el parachoques y le puso precinto para que no se moviera en el camino de mi casa. Dani se comió la mitad de una tortilla de atún que le hizo mi madre y durmió una siesta de una hora y pico.


Al llegar a casa pude responder a los comentarios que había en el blog de la cocte... hasta que se fastidió y apareció el dichoso error 500... Puedo asegurar que no había ni un sólo músculo del cuerpo que no me doliera. Me pegó el bajón típico después de una sensación de estrés. ¿Qué pasó con el seguro privado? Me temo que alguien de Recursos Humanos tocó donde no debía y pudo provocar un desastre grande. Al llegar a casa me enteré de que no éramos los únicos de baja, porque les había ocurrido lo mismo a mi hermana y mi sobrina. Y me temo que no hemos sido las únicas perjudicadas. Prefiero no pensar qué habría ocurrido si hubiese estado embarazada. Eso sí, ayer me aseguraron que ya estaban de nuevo activas las tarjetas, gracias al buen hacer de una compañera del departamento de mi marido.Las de los demás, no lo sé. Espero que se solucione cuanto antes y que quien haya sido, deje de jurar y perjurar y se dedique a solucionar las meteduras de pata. Que ya van unas cuantas. A lo mejor algun dia me animo a escribir un post sobre ello.


¿Pudo salir algo peor ayer? Pues la verdad es que viéndolo con la distancia de la noche, creo que ha sido un dia de nervios a flor de piel. Hubo cosas buenas, por supuesto. El vuelo de mi marido no salió con retraso por primera vez en mucho tiempo. Menos mal porque viendo el dia que llevaba ya me esperaba que se tuviera que quedar alli hasta hoy. Dani ha mejorado y eso es lo más importante. Y bueno, en un rato iré a ver al del taller para que me dé hora para pasar la revisión del coche y tendré que dar un parte al seguro para arreglar el parachoques trasero. Nunca he dado ninguno por lo que entiendo que no me tienen que subir el recibo, espero. Porque lo que sería una nefasta sorpresa es que me suban el seguro, pues ya pago una pasta y si a eso le añadimos que sube todo, pues para qué seguir mirando la cuenta.

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