domingo, 3 de abril de 2011

Un post de pensar en voz alta

Lo cierto es que éste es el típico post que se hace de retales de ideas. De lo que voy pensando sin tener muy claro cómo entrelazarlo. Y es que, últimamente, me voy sorprendiendo de mis propios pensamientos, sin saber muy bien por qué llego a esas ideas. Como creo que me estoy explicando como un libro cerrado, diré la primera idea:

1- Cuando crees que conoces algo... la cagas. Perdonadme lo claro de la expresión; pero es como una de esas máximas que debería decir el despertador en vez de sonar la canción de turno. Cuando conduces, a veces lo haces de forma automática, sin pensarlo... ¿Por qué? Porque crees que conoces el camino... conoces el coche... Entonces, ocurre algo que no conocías y puede que reacciones o puede que tengas un accidente. Cuanto más confiado, peor. En mi trabajo, en el momento que crees que lo controlas... ¡puuuuuuuuugggggg! ¡Error! Descubres que se te ha ido el dedo en el detalle más tonto. Y es que, cuando crees que conoces algo, no le das importancia... y entonces, todo puede suceder. Y no siempre para bien.

2- Si descubres que no lo conoces... te sorprenderás. ¿Por qué nos encanta viajar? Por conocer cosas nuevas. Y a veces, buscamos fuera lo que tenemos dentro. Una de las cosas que más me gustaba de Roma es que siempre que iba, encontraba algo nuevo. Hasta que me dí cuenta de que pasa lo mismo en donde vivo. La comunidad de Madrid está llena de contrastes que a veces se pierden entre el tráfico, entre las prisas, entre la rutina. Basta con acercarte para ver los constrastes. No es lo mismo Aranjuez que la Sierra del rincón. Y tampoco es lo mismo un turista que un viajero. Un turista intenta apropiarse del sitio, un viajero va descubriendo, sin importar si tiene cámara de fotos, viendo las costumbres como una tabla rasa, sin juzgar lo que ve, simplemente mira. Si alguien quiere, que haga la prueba, acercarse a un monumento de estos que reciben muchas visitas que esté en su propia ciudad. Y que lo intente ver como si fuera la primera vez. Se sorprenderá.

3- Si te sorprendes, no hay sitio para el ¿ahora qué? Otra conclusión del conocimiento, de saber las cosas y no soprenderse es el ¿Ahora qué? El ser humano está hecho para algo más que el ¿ahora qué? Te sacas el carnet de conducir y quieres tener coche. Te compras el coche ... ¿y ahora qué? Te maravilla y te gusta un tiempo, pero al final, te termina aburriendo. Como los niños en las navidades cuando reciben los juguetes que esperaban... y como tienen tantos, no saben que hacer y terminan jugando con la caja. Vas quemando etapas y siempre te queda la sensación extraña de que no llena. Consigues aquello por lo que has suspirado... ¿y ahora qué? Nunca llega el "ya, por fin". Y te puedes esforzar, pero no te llegará a llenar. Es una de las cosas que aprendes en el Camino de Santiago. No puedes quedarte parada, si lo haces te perderás un paisaje, un detalle... te va sorprendiendo, hasta tu propio modo de caminar. Y sabes que cambia cuando hasta la manera de mirar cambia, cuando las cosas no te afectan igual.

4. ¿Puedes sorprenderte día a día? Deberías. La vida es como una losa si siempre es lo mismo. Las mismas caras, los mismos rostros, la misma rutina... empiezas a sentirte mal y terminas como una acelga pocha. Sin embargo cada día tiene cosas nuevas. Mañana no voy a hablar con las mismas personas que hoy. Puedo mirar otras cosas. No va a ser el mismo atasco, ni las mismas caras. Hay algo, un momento, que puede cambiarlo. Sólo tengo que partir de que no lo conozco. Y es que no conozco lo que me rodea. Es diferente. Si parto de la base de que hay cosas nuevas, habrá cosas nuevas y merecerá la pena. Si doy por hecho todo, el día me cansará.

No hay comentarios: