Hay momentos en la vida en que notamos como un gusanillo en el estómago y en la mente. Suele aparecer en esos instantes en los que tomamos conciencia de que nos va a cambiar la vida, decisiones que serán importantes en la vida. Por ejemplo en exámenes importantes como la selectividad, una oposición o el del carnet de conducir. O en una entrevista de trabajo, la primera vez que sales a solas con un amigo especial... o cuando abres un poco la puerta de una faceta desconocida de tu vida. Es algo completamente normal sentir el gusanillo porque nos exponemos en el escaparate de la vida y no sabemos lo que va a suceder después. Es algo no apto para cardiacos o para los no-valientes. Es el gusanillo de la duda de si lo estás haciendo bien o te estás equivocando por dar ese paso. Hace poco yo lo he vuelto a sentir y podría hasta decir que me lleva unos dias acompañando. ¿El motivo? Puse en el frontal de mi mesa en la oficina, en mi puesto de trabajo, una de las postales con la portada de mi libro. ¿Por qué? Bueno, hay personas que ponen fotos o dibujos de sus hijos o de las ciudades que les gustan. Es una manera de motivarse y de alejarse cuando te está cayendo una bronca de un cliente, es una manera de recordar por qué lo haces. En mi caso he pasado de la foto de brownie del VIPS y de Darth Vader a poner una postal con mi libro, para recordarme que hay vida fuera del trabajo. No se trata de que lo necesite realmente, porque sé que tengo mucha vida fuera de lo laboral; pero de vez en cuando desviar la mirada y soñar despierta no viene mal. Lo que menos me esperaba es que al ponerlo, estuviera abriendo un "puesto literario" en mi trabajo. Ya he vendido tres libros y quizá por ello ande acompañándome el gusanillo. Porque allí conocen una parte de mi vida muy específica, conocen mi trabajo pero no mis proyectos literarios, mis aspiraciones. No tenía muy claro querer desvelar esa faceta mía, ni las posibles consecuencias de poner la portada a la vista de todos los que pasan a mi alrdedor. Lo puse para mi vsta y sin embargo, he vendido 3 libros y he recibido más visitas en el blog. También han surgido más comentarios, delante y por detrás de mi. Me produce el gusanillo pero no me afecta, al menos no en ciertos aspectos. Que los compañeros hablen de mi es una cosa y que me preocupe es otra. No se puede gustar a todo el mundo y sí, mi vivencia personal es distinta a los demás. Ni mejor, ni peor, distinta. ¿Es bueno que conozcan esa faceta? No lo sé. Yo sigo siendo la misma, sigo escribiendo igual, sigo trabajando igual y sigo teniendo muy claras mis ideas. Habrá algunos que estén de acuerdo y otros que me tomen por loca o por malgastar el dinero. Es algo que no puedo controlar y que de hecho no me afecta. Yo sé cómo me sentía, como era cuando escribí un texto determinado y lo que me puede provocar ahora. Sé de mí, no de los demás. No me arrepiento de mi manera de escribir, de mi forma de expresarme, aunque a algunos puede no gustarle. Mi vida es algo más que el trabajo, que reclamar cuotas, comprar y ocuparme de Dani. Tengo inquietudes, sueños por realizar. Eso no me hace perder la conciencia de la realidad sino enfrentarme quizá con más argumentos a las dificultades del día a día. Tengo otras motivaciones aparte de la monetaria. No me conformo con lo que me ofrece la vida, sino que busco nuevos retos, aunque eso choque con la mentalidad de algunos. Me gusta seguir teniendo la oportunidad de sorprenderme y si cabe de sorprender a los que me rodean, porque no me gusta que me etiqueten.
Cada vez que vendo un ejemplar de mi libro siento el gusanillo porque no sé lo que provocará en la persona que lo compra ni donde terminará. Yo puedo controlar lo que hace el libro hasta que sale de mis manos. A partir de ahí es una incógnita, el libro se tiene que, por explicarlo de algun modo, defenderse solo. No puede gustarle a todo el mundo, lo que espero es que provoque algo, que no deje indiferente. Que guste o no, es otra cosa. ¿Cambia algo la relación cuando conocen y compran un ejemplar de CORAZON HUMANO? Yo sigo siendo la misma y me comporto como siempre. No siento esa "fama" que tienen los escritores de renombre, ni me creo más especial porque haya publicado. Sí que sé que hay personas que leen mi libro buscando los retazos de mi vida, otros buscan identificarse con la historia que cuenta, otros que se enfrentan por primera vez a una historia así y otros que piensan que me "fumé" algo cuando lo escribí. También los habrá que sientan curiosidad porque, ¿cuántas personas conocemos que tengan un libro publicado? No muchas, quizá por el hecho de que parece que es un proceso extremadamente complejo. No me creo que sólo unos pocos tengamos cosas que contar y no nos conformemos con ser "seres humanos del carrefour". ¿A quién me refiero? A los que no salen de sus problemas cotidianos: "¿qué comeré hoy? ¿Podré pagar las facturas? ¿Conseguiré dormir 8 horas seguidas? ¿Adelgazaré estos kilos que me sobran? ¿Llegaré a fin de mes?". No quiero decir que sean preguntas nimias, al contrario tienen su importancia... pero hay algo más en la vida, tiene que haber algo más, estamos hechos para algo más. Si nuestra vida se reduce a trabajar, comer, ver la tele y dormir... mal vamos. Si tenemos una maravillosa cabeza, deberíamos usarla para algo más que para tener pelo (mucho o poco) ¿o no? Los problemas cotidianos están muy bien, hay que ocuparse de ellos por supuesto... pero... hay algo más. Habrá dias en los que con ocuparme de esos problemillas como es llenar el depósito del coche, comprar la cena, resolver las incidencias laborales, cuidar lo mejor posible a Dani, hacer las labores de la casa y cosas por estilo tendré más que de sobra. Pero también tiene que haber tiempo para disfrutar de un paisaje, de una obra de arte, de tiempo para respirar, de plantearnos alguna pregunta vital, de leer un libro que nos provoque ideas. Días en los que será bueno plantearnos lo que queremos de nuestra vida, de comprobar el camino que hemos andado, el trecho recorrido y el que nos queda por recorrer, para descubrir si nos dejamos vivir (o morir) o vivimos de verdad sacándole todo el jugo a la vida que podemos. Quedarnos sólo en lo cotidiano sería como sobrevivir, cuando estamos hechos y el corazón nos pide vivir con cada latido.
El gusanillo me demuestra que sigo viva, que me sigue importando lo que me rodea y que tengo una manera de vivir, de llevar las riendas de mi vida. ¿Cambiará algo en el trabajo? Por mi parte no, quizá que conocen otra faceta de mi vida, puede que gane lectores, que haga amigos o que sea instrumento para que otros se planteen cosas. Mis aspiraciones no llegan más allá de seguir cumpliendo mis sueños y de agradecer que haya personas en el mundo que quieran atreverse a leer algo mío, que dediquen parte de su dinero y parte de su tiempo en leer algo nuevo. Yo seguiré haciendo lo que esté en mi mano... quizá algun día puedan decir que me conocieron... o pueda decir que les conocí. Nadie sabe lo que nos depara el futuro.
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