Ayer estuve viendo una de las pruebas de las paraolimpiadas y la verdad es que me quedé impresionada. Se trataba de una prueba de relevos en la piscina en la que se nadaba en los cuatro estilos. El primero de ellos era a espalda y el primer nadador de uno de los equipos me impresionó. El chico no tenía brazos y sólo tenía una pierna. ¿Cómo se mantenía a flote? No lo sé, pero se tiró a la piscina y con la boca se agarró a una de las cuerdas que le daba un entrenador para adoptar la postura de salida. Cuando dieron la salida se impulsó con la pierna y se puso a moverse como si fuera la cola de un pez. Iba deprisa, mucho más de lo que yo pensaba. Y me quedé impresionada, de verdad. Me imaginé el día a día de ese muchacho, lo que habría sido su vida. ¿Habría nacido así o fue una enfermedad? ¿Qué fuerza mental tenía para superar los obstáculos? Porque tendría unos cuantos en su vida, desde los impedimentos más básicos como no poder comer solo, hasta las bromas de los crueles niños que le llamarían "tronco". ¿Qué le impulsaba a levantarse cada mañana y pelear con una vida tan dura? Son preguntas que me hago cuando veo a esos atletas que, para mí, encarnan el verdadero espíritu olímpico. Para mí son todos unos campeones porque no se quedan en la ausencia de brazos, o de piernas, sino que fomentan lo que tienen, lo fortifican y buscan aquello en lo que creen. Son ellos los que llevan la silla de ruedas, no la silla la que los lleva a ellos. Donde otras personas se hundirían y pedirían esa falsa compasión asesina que algunos llaman suicidio asistido, los atletas paraolímpicos demuestran la fuerza de la vida. ¿Por qué nacieron así? No lo sé, pero creo que su nacimiento fue buscado, deseado por unos padres que hicieron oídos sordos a los que les dijeron que abortaran esa vida, y dieron todo su amor y su tiempo a esos peques que ahora sorprenden en las paraolimpiadas. ¿Y la enfermedad? ¡Vaya manera de afrontarla! Llorar y hundirse no sirve de nada. Te puedes quedar en ese "lodo" o descubrir que hay mucho que puedes hacer. Hace tiempo hablaba del bastón que le regalamos a mi hermana y lo que me costó dárselo por lo que suponía. Pues a día de hoy, me doy cuenta de que gracias a ese bastón mi hermana puede moverse. ¿Que es duro ver a una persona de 37 años así? Sí; pero no es para tener lástima de ella. Es lo peor que se podría hacer. Ella está enfrentándose a la vida como una campeona, sacando adelante a su familia, con la ayuda de su mi cuñado y de sus peques y sigue respirando y haciendo su vida. Podría hundirse en casa; pero ¿de qué le serviría? Se perdería una sonrisa de mis sobrinas, o el amor de su marido. Podría quejarse; pero tiene muchas cosas buenas en su vida como para andar amargada. Puede que tenga limitaciones; pero lo importante lo tiene. Y, al igual que los paraolímpicos, es un ejemplo para los que la rodean, esos que nos quejamos tanto de tantas minucias, los que podemos hacer un mundo de una espinita clavada en un dedo de la mano.
A veces nos quejamos de vicio. De verdad, que nuestra vida es mucho más sencilla de lo que algunos se piensan. Los que hemos nacido en Occidente, lo tenemos todo mucho más fácil que los que han nacido en África, por poner un ejemplo. Y sin embargo nos quejamos de todo y de todos. Que si llueve, que si hace sol, que si vino, que si se fue, que es pronto, que es tarde, que si es blanco, que si es negro, que tiene, que no tiene. Si lo pensamos un poco podemos ver que todos nos quejamos más que damos gracias. Somos expertos de las "quejabanzas" (no sé si el palabrejo existe, pero yo lo pongo como contrario a las alabanzas). Cuando tenemos pareja, pensamos que es la persona ideal, estupenda, nos podemos quedar mirándola durante horas sin decir nada, como absortos. Pero... (siempre hya un pero) cuando convives con esa persona, me temo que las horas sin decir nada se convierten en charlas y ver defectos. ¿Es que antes no existían? No, lo que pasa es no los veíamos y si los veíamos nos parecían pequeñitos. Cada persona tiene defectos y virtudes. Si elegiste a esa persona para vivir el resto de tu vida con ella, por algo sería ¿no? ¿O es que somos tan tontos de elegir a una persona sin saber por qué? No, yo creo que lo que me gustó de mi marido cuando le conocí sigue ahí, aún cuando me enfado con él. ¿Por qué me enfado? Porque la convivencia enseña las asperezas, no es lo mismo el mundo idílico de verle un par de horas un dia a la semana que convivir dia a día. Para mí, es mucho más entretenido ahora que antes. Es más interesante a nivel vital ver a una persona cuando se despierta que cuando ya ha pasado por todos los "arreglos" del baño. Te evitas, por ejemplo, los sustos que dan algunas famosillas de turno cuando les quitas el maquillaje, la peluquería, el trapito en cuestión, los adornos y demás parafernalia para salir así de impresionantes. Pero todo eso es fachada y no se puede mantener demasiado tiempo. Los años pasan y siempre dejan su huella, en el cuerpo o en la cuenta corriente.
Repito, nos quejamos de vicio. Viendo a los paraolímpicos, llego a otra conclusión: la verdad de la frase "querer es poder". Los que hemos hecho peregrinaciones sabemos de la importancia del grupo a la hora de caminar. Si lo haces solo y te cansas, te paras. Si caminas con alguien y te cansas, nunca faltará quien tire de tí. A veces nuestros músculos suplen la debilidad de otros. Si tienes las piernas atrofiadas, los brazos se fortalecen para seguir adelante. ¿Y en nuestra sociedad? Si usamos el simil del cuerpo, me temo que hay algunos que están atrofiados y otros que tienen que fortalecerse para tirar de los débiles. Y no se trata de pasarse horas levantando pesas en el gimnasio sino de dar lo mejor de nosotros en nuestro puesto, cada uno en lo suyo. En lo suyo, no a lo suyo, que es lo de todos lo que hace que la sociedad mejore, crezca y se dé realmente el estado del bienestar, sin que se tambalee por las crisis económicas. Los atletas no se quejan de los entrenamientos, saben que son necesarios para fortalecerse. ¿Y nosotros? Si en nuestra vida hay más queja que otra cosa, desde luego que la felicidad no estará muy cerca. Si vemos en nuestro dia a día las posibilidades para vivir, a pesar de todos los golpes, llegaremos a la felicidad de verdad, que hace que todo merezca la pena.
3 comentarios:
Muchos de nosotros que visualmente parecemos enteros, no lo estamos.
Algunos viven pendientes del "que diran", sienten verguenza por miedo a hacer el ridiculo, importa lo que piensan de nosotros y acaban siendo lo que otros quieren ver en ellos.
Así pues , quizás los paraliticos no sean los que les falte alguna parte del cuerpo, sino los que no saben aprovechar lo que tienen...
Lo que cuentas de tu cuñada es una lección para aprender de verdad lo que es importante, lo que debemos valorar por encima de nuestro resentimiento, "la vida..." disfrutar de ella y alegrarnos por ese don.
Ah!! y gracias por esta entrada , me ha gustado ;)
Besitos.
Hola Ave fénix:D
Gracias a ti por leerme... y dejarme tu comentario.
Besotes
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