
Lo curioso de toda esta historia es que no me puse nerviosa. Me sorprendió, porque pensaba que estaba más "enganchada" a este cacharro. Si me hubiera ocurrido en el trabajo, que se hubiera colgado el sistema, me habría acordado de los informáticos (para mal, por supuesto) y me habría enfadado. Ayer, no me pasó eso, me lo tomé con humor, Me cambiaba los planes, sí, pero eso no quita que me tuviera que cambiar el humor. No puedo dejar que algo así me afecte. Que no puedo escribir, bueno, pues puedo ponerme a leer, o escuchar música o hacer cambios en la decoración de casa, o... lo más importante, ponerme a jugar con Dani un poco más. Es cierto que no tengo un horario concreto ni unas obligaciones de trabajo con el ordenador, por lo que no me afecta en lo básico. Lo uso como herramienta de hobbie, si había problemas con la conexión y quería escribir en word podía seguir usándolo. Y si era el ordenador en total, siempre tengo el lápiz digital. Pero me llama la atención, como un cacharro tecnológico puede afectar a nuestro humor. Cómo puede marcar el ánimo de un día. ¿Estamos enganchados? Diría más bien que estamos demasiado acostumbrados. Porque podemos vivir perfectamente sin el ordenador, sin la televisión... incluso sin el móvil. Nuestros antepasados lo hacían... y nosotros hace 20 años también. Nadie se moría. Ahora parece que si no eres un ser humano tecnológico no eres nadie. Si no tienes internet, no existes. ¿Suena fuerte? Puede y sin embargo empieza a ser muy actual. La cantidad de ordenadores, de usuarios de internet puede ser distintivo del desarrollo (o no) de un país. Porque internet es información, y quien no tiene acceso a la información está en un segundo o tercer plano. ¿Un ejemplo? Las noticias, lo que no sale en los medios, es como si no existiera. Si no hay imágenes, no llega. Nos tocan la fibra sensible con imágenes de desastres naturales, durante como mucho 15 días. Después, cada uno sigue a lo suyo y se abandona a esas personas cuando más lo necesitan. ¿Qué ha pasado con las víctimas del tsunami, o del terremoto de turno? No lo sabemos, porque los medios prestan más atención a las elecciones, a la economía del mundo desarrollado... o a quién va a ganar la liga. Porque es super importante para la vida de los ciudadanos si el rival de toda la vida hará el pasillo al campeón, o si podrán subirse a una fuente para ponerle una bandera a una estatua. Lo demás, no importa.
Le damos mucha importancia a cosas que no la tienen. Y se la quitamos a situaciones críticas. Nos acostumbramos a vivir con el dolor, a ir evitando problemas, para que no nos afecte demasiado y que podamos dormir tranquilitos. No nos gusta que nos rompan nuestra rutima, somos reacios a los cambios y eso nos afecta a nivel anímico. Si no tenemos el control, nos ponemos nerviosos. La vida está llena de imprevistos, y la mayoría, salvo que sean del tipo que nos toque la lotería, no nos gustan nada. Queremos salir de vacaciones y que no haya atascos, poder aparcar casi en la puerta de la tienda a la que vamos, que no haya cola en la caja del supermercado, que el semáforo esté siempre en verde para nosotros. No nos gusta esperar. Vivimos en la época de los pañales desechables, del microondas y de la aspirina. Todo rápido para no hacer demasiados esfuerzos, para no perder el tiempo. Y hay veces que hay que perder el tiempo. Saber que las cosas no se solucionan en el tiempo que dura un chasquido de dedos. Enamorarse puede ser algo de segundos; pero amar es un proyecto de toda la vida. Quedarse embarazada es algo más o menos rápido; pero un embarazo para que llegue a buen término tiene un tiempo, y ser madre es algo que es una vida. Lo que se hace rápido, cae rápido. La fama, el éxito, si llega rápido, se va más rápido todavía. ¿Alguien se acuerda de los triunfitos del año pasado? Tuvieron su momento y tarde o temprano se olvidarán. Porque lo importante no es la fama, sino mantenerse. Esta semana se acaba Fama, me pregunto cuánto tiempo serán reconocidos. Los culebrones que nos enganchan, al final van perdiendo audiencia porque se convierten en rutina que nada nos aporta. Las series no pueden durar 10 o 15 temporadas porque al final aburren.
Nuestro estado anímico sólo depende de nosotros, de cómo nos enfrentamos a los contratiempos que nos plantea la vida. Siempre hay algo positivo. Si te pilla un atasco, aprovecha por ejemplo para disfrutar de la música del coche. Si no encuentras plaza de parking, déjalo un poco más lejos y anda un rato, que te vendrá bien. Que se te cuelga el ordenador o se va la luz, es un buen momento para estar con los tuyos sin prisas. No se trata de poner la sonrisa sino de cambiar la forma de mirar lo que nos rodea. Si vemos oportunidades más que cambios, lo afrontaremos mejor. Son las cosas de la vida, son las cosas de internet.
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