lunes, 28 de abril de 2008

Ojo con lo que prometes

No hay nada peor que incumplir una promesa a un niño. Les desilusionas y les quitas de golpe la alegría. Por lo que es mejor no prometer lo que no puedas cumplir. Yo recuerdo la cara de mi sobrina la mayor preguntándome cuándo le íbamos a llevar a patinar, algo que no pudimos cumplir como hubiéramos querido. Nos faltaba tiempo a su tio y a mi. Pero cumplimos una vez nuestra promesa y aunque, al final no patinó mucho, lo importante fue que se sintió importante y que estuvo feliz un buen rato. Lo de menos era el patinar, sino que sus tios estaban con ella, era el centro de atención. Con los siguientes sobrinos no cometimos ese error de prometer sin saber si podemos o no cumplirlo. Y es que a los adultos se nos pueden olvidar las cosas; pero a los niños no. Si prometes a un niño algo, cúmplelo, no le quites la alegría.

¿Qué ocurre con los adultos? Que nos han fallado tantas veces que ya no valoras las promesas. A mi me llama la atención cuando los ministros son nombrados y prometen (de dice que juran, pero todos eligen la fórmula de la promesa) un montón de cosas ante el rey. ¿De verdad son conscientes de lo que prometen? Porque, sinceramente, creo que lo incumplen más que otra cosa. No me sé la fórmula; pero parecen palabras huecas, vacías de contenido. Hablan de cumplir la constitución y luego... donde dije digo, digo Diego. Porque cumplir la constitución es pensar más en el bien de todos los ciudadanos que en los propios bolsillos. De buscar el bien común, de viviendas dignas, de igualdad, de no discriminación... Que le hablen de viviendas dignas a la gente que vive debajo de un puente, o de igualdad a los jóvenes mileuristas, explotados en contratos basura, o de no discriminación a los padres objetores de la EpC, o de los que viven en unas comunidades autónomas que andan un poquito olvidadas, que se lo digan a las amas de casa o a los autónomos que se quedan sin los 400 euros... que se lo digan a los padres de los peques que nacieron antes de la ayuda de los 2500 euros o que tuvieron que coger vacaciones para poder estar con su bebe y su mujer 15 dias después del parto... No, mucho me temo que las promesas de los políticos nos defraudan cada día.


¿Y las promesas de los ciudadanos? Pues me temo que igual que las de los políticos. Muchos de los que se casan prometen fidelidad, cuidarse en la enfermedad... ¿se cumplen? Viendo los casos de violencia de género diría que hay muchos casos en los que se trata de una mera formalidad. Yo recuerdo que el día de mi boda al leer las promesas, lo hice despacio, sobre todo para enterarme de lo que estaba prometiendo, de lo que estaba diciendo y lo que eso significaba. Creo que más de uno se lo tomaría menos a la ligera si fuera realmente consciente. No prometes sólo que vas a querer a la otra persona, sino que vas a poner todas tus fuerzas en hacerle feliz, en caminar a su lado. El matrimonio no es un camino fácil, no se trata sólo de vivir juntos, sino de compartir la vida y eso cuesta. Porque es algo más que aguantar lo que no nos gusta. Todo va en el mismo lote, lo bueno y lo malo. Y te casas con una persona que tiene la misma cara de sueño que tú cuando te levantas, que tiene sus defectos, que tiene su carácter... y es para siempre... porque cuando somos jóvenes todo es muy bonito; pero cuando empiezan los achaques, el genio se puede convertir en malo. Es un proyecto muy interesante; pero de fácil no tiene nada. Yo llevo poco de casada; pero conozco muchos casos, mis padres, mis suegros, mis abuelos... han tenido sus altibajos, sus pruebas en la vida. Siguen juntos porque más que prometer conseguirlo, se prometieron intentarlo cada día.


Ojo con lo que prometemos porque el no cumplir puede acarrear mucha tristeza y mucha desilusión. El mundo ya tiene bastante pena como para que nosotros la incrementemos. Seamos conscientes de que hay que cuidar a los que nos rodean y del valor real de las palabras. Si vuelven a tener ese valor, ese contenido, quizá digamos menos tonterías y pongamos nuestro granito de arena para mejorar este mundo, tanto para los peques como para los mayores.

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