
Conciliación vida familiar y laboral. Dos partes del mismo mundo. Hay que ser uno mismo en ambos aspectos. Porque para que una vida sea sana, tienen que estar en igual proporción. Hay que saber estar ocupado y saber no hacer nada. Parece paradójico pero no hacer nada es hacer algo: un paseo o estar mirando la lluvia, esuchar música con los ojos cerrados, estar callado dejando que el silencio nos hable... no es una pérdida de tiempo, aunque pueda parecerlo. Hay que mirar bien el camino que queremos seguir. Que se lo digan a los estudiantes del último curso (ya sea antes de la universidad o a punto de salir de la facultad). Ese momento de incertidumbre, de no saber dónde ir es uno de los más importantes y, puede ser desquiciante. Conozco gente que descubrió que era alérgico, o que se sumió en una depresión por salir con su título y no encontrar trabajo. Puede parecer que todo va bien y sin embargo es como si te quitaran la tierra de debajo de los pies. Es normal, es uno de los cambios fuertes de la vida. Nos pasamos muchos años con la rutina del estudiante y cuando hay que entrar en la vida laboral, volvemos a ser novatos. También ocurre cuando tienes pareja. De pensar en solitario a ser dos. Puede parecer un cambio menos traumático... más hay que dejar muchos sueños en el camino. No será la primera vez que escucho la frase de "me habría gustado irme a estudiar fuera... pero mi novio (o novia)...". Normal, tu vida afecta a los otros y no podemos ir por el mundo como si nuestras acciones no repercutieran en los otros. Y no diga nada de cuando te casas y eres mami o papi. Tu vida sufre (si se puede decir así) un auténtico terremoto del más alto grado. Lo que antes era importantísimo, pasa a ser secundario. Pasas a hablar en plural y cambia hasta el sueño. Si estuvieras sólo tú, harías otras cosas; pero con un peque las prioridades no es ni la cuenta bancaria, ni añadir lugares exóticos a tu lista de países visitados. Tus pasos más importantes tienen medida de unos pocos centímetros. Y no tienes prisa, puedes quedarte con el peque en los brazos mientras duerme. Nunca le das besitos suficientes, es una mezcla de ternura, responsabilidad, cariño, protección. Ayer, por ejemplo, Dani se saltó la comida. Se durmió antes de su hora y se despertó casi a las cinco. Cuando le dí de comer, no quiso. Tuve que ponerme seria con él, llegando incluso a dejarle en el parque "a pensar"... pues el pequeñajo empezó a decir "pa-pa" y como vio que no reaccionaba, que seguía con el semblante serio dijo "ma-ma" y puso una de sus sonrisas... con lo que no pude mantenerme seria mucho más tiempo. De vez en cuando a todos nos pasa y si no quiere comer, no puedo obligarle. ¿Podía aguantar seria cuando mi peque me miraba así? ¿Alguien podría? Cuando se lo contaba a su padre se tronchaba.
Todo ser humano (sin importar el sexo) necesita las dos facetas, la vida laboral y la social. Otra cosa bien distinta es que los hombres curren en casa igual que lo hacen fuera. No se les va a caer ningun anillo por planchar una camisa, poner la lavadora, coger la escoba o hacer la cena. Y esa frase de "¿Te ayudo?" que desaparezca del repertorio, por favor. No es que me ayudes, majete, que por ser mujer no tengo el gen de las labores de la casa. Si somos dos los que vivimos aqui, somos los dos responsables de que todo esté bien, porque yo soy tu pareja, no tu criada. Sé que esto viene de antiguo, cuando la mujer no podía trabajar fuera de casa. ¿Alguien se ha preguntado cuando tienen vacaciones las amas de casa? Cuando se van a un hotel con todo incluído. Si no, si se alquila un piso para veranear, siguen con las mismas rutinas que en casa. Los fines de semana no se diferencian del resto de los días. No es mi caso. Mi marido puede trabajar mucho fuera, pero cuando llega a casa, Dani es su responsabilidad y los fines de semana el peque es suyo, él se ocupa de darle de comer, de cambiarle... de todo. Yo estoy "de apoyo"; pero más de una vez me he ido a otra habitación para dejarles solos. Y en la casa, el hecho de que yo esté de excedencia no quita para que no hagamos las tareas los dos. Si uno plancha, el otro friega, cocina o recoge. Sí, por supuesto, seguramente más de uno dirá que al estar yo en casa no es justo que él haga algo. Lo que ocurre es que yo estoy en casa para cuidar a un peque no para ser la chacha de nadie. Si él trabaja fuera de casa, yo cuido de Daniel... si hay que hacer zafarrancho de combate, lo hacemos los dos... mi trabajo actual no es un puesto de menos responsabilidad que el suyo, por mucho que no esté remunerado (¿para cuando la igualdad en este campo?). Sólo hace falta pensar lo que costaría la guardería todo el día para ver si tiene valor o no. Puede que yo no tenga reuniones, clientes o demás... tengo una vida a mi cargo, dependiendo completamente de mi... no sé yo qué es más estresante. Eso sí, tengo claro que lo mío es más gratificante. En esta nueva vida que hace 13 meses que comenzó, los dos somos responsables y es el proyecto que más merece la pena. Los cambalaches nos tocan a los dos y la prioridad es Daniel. Lo que no hacemos por él, no lo hacemos por nadie. Cuando yo vuelva a la oficina habrá cosas habrá que cuadrar horarios, no sólo los míos, sino los dos. Si no es así, habría algo que no funciona.
No, señores, la conciliación no es sólo cosa para las mujeres. Puede que en otros anuncios hayan acertado, pero en éste se ganan un suspenso. Y, por favor, no digan que una mujer deja de trabajar si decide cambiar la oficina por cuidar a un peque. Me gustaría verles en mi dia a dia, para ver si aguantaban. No me siento menos realizada por no tener sueldo. El dinero no compra una sonrisota de mi peque, o verle subir por primera vez los escalones. Hay que dar su verdadero valor a las cosas. El día que lo aprendan, quizá la sociedad empiece a mejorar y no hagan falta anuncios como el de la comunidad de Madrid para que una parte de la sociedad no haga oídos sordos.
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