miércoles, 12 de marzo de 2008

Paseando por la vida


Estamos a mitad de la semana. Poco a poco los ecos de la jornada electoral se van alejando. Porque todo pasa, hasta aquellos sucesos que pensamos que no se olvidarán nunca terminan en el recuerdo de un día concreto. Para muchos un día les marca la vida; pero ese mismo día puede pasar desapercibido para los demás. Hay gente que ayer se acordó de las víctimas del 11-M. Otros se acordaron porque el telediario de turno se lo recordó. Algunos guardaron el minuto de silencio en casa. Otros, simplemente, vivieron el día con total normalidad. Yo recuerdo que hace dos años, salimos de la oficina para guardar ese minuto silencioso en la calle. Un minuto de verdad, no los 8 segundos de San Mamés. Y cuando entramos a nuestro puesto de trabajo, íbamos con caras largas. Fue difícil coger el teléfono y llamar a los clientes, escucharles hablar de sus problemas contados con mucha o poca educación. El año pasado, con Dani en brazos y como se suele decir recién parida, lo pasé casi de puntillas. Y ayer, sin olvidar, desde la distancia. No escribí post sobre ello. Ya tenía el que quería publicar. Y hoy es algo que ya pasó. ¿Ya pasó? Bueno, para mí sí, para quien perdió un familiar supongo que cada vez debe ser peor, ir viviendo momentos importantes desde la ausencia. No lo sé, no creo que sea sencillo.

Hoy, antes de ponerme ante el teclado, he leído la prensa. Ecos de las declaraciones de los líderes políticos. Historias extrañas de Eurovisión. Quejas de actores que se les cierran puertas en sus paises y un vídeo de mujeres pidiendo que se derogue la ley que les impide conducir en Arabia Saudí. Hace poco leí que en Irán las piscinas al aire libre están prohibidas. Porque pueden producir miradas entre sexos. En las cubiertas tienen horarios de baño para mujeres y para hombres. Bien diferenciados. O días para cada uno para que no coincidan. De hecho, tienen hasta dos llamadores distintos en las puertas para que sólo por el sonido, sin hacer falta mirar por la mirilla, se sepa que quien visita la casa es un hombre o una mujer. Leyendo las noticias me acordaba de cuando me decían que lo que había que purificar estaba dentro. Es la mente del ser humano lo que es "pecaminoso", no ver a una mujer o a un hombre en traje de baño. Yo he paseado muchas veces por la playa y nunca me he fijado de esa forma en quien me rodeaba. Seguramente porque la conversación que mantenía con la persona que me acompañaba me resultaba interesante. Es algo de educación. Si ves a las personas como objetos, como algo malo que puede hacerte caer, el problema es tuyo no de los demás. Las personas no son objetos que pueden usarse al antojo, nadie pertenece a nadie. Yo estoy casada; pero eso no hace que mi marido sea mío o yo suya. Es una elección de cada uno, no una imposición. Si uno de los dos se planteara engañar al otro, realmente se estaría engañando a uno mismo. ¿Por qué? Porque la relación estaría rota antes, desde el mismo momento en que en la cabeza entró la idea de engañar, de estar con otra persona. Yo estoy con él, porque quiero, porque es mi apuesta de vida. Si tuviera alguna duda de ello, antes de nada, tendría que hablarlo con él. Y él piensa lo mismo. Por eso no hay motivos para los celos, ni de su pasado, ni de su presente, ni de su futuro. Si yo quedo con un amigo a comer, él lo sabe y no pasa nada. Yo le amo a él, no al otro con el que quedo si necesita contarme algo o si tengo que darle algo. Antes de ser mi marido, es mi mejor amigo, nada puede cambiar eso. Si él se va de viaje, no tengo por qué desconfiar. Si casi no tiene tiempo para mí, ¿cómo va a engañarme? Aunque tuviera tiempo, sé que no lo haría. Ni borracho. ¿Los demás no tienen esa confianza en sus parejas? Pues no saben lo que se pierden.

Todo es sexo. Si lo llevas al extremo, entiendo que deberían hacer horarios hasta para andar por la calle. Así estaría justificado incluso el burka. Aunque ¿por qué siempre tiene que ocultarse a la mujer? ¿Por qué no se tapan también los hombres? Con las sudaderas con capucha que salieron hace poco en la tele. Muy propias para atracar bancos más que andar por la calle. Me imagino un mundo de fantasmas, donde no se pudiera distinguir si lo que tienes al lado es un hombre o una mujer. Para mi sería un mundo abocado a la desaparición. Debe primar la normalidad, el tratar a los demás por lo que son ellos mismos, no por el sexo. Como la ley de paridad, una de las más discriminatorias de la historia. Debería contratarse por lo que valen, por su capacidad, no por si son mujeres u hombres. Si para un puesto de trabajo se presentan 10 candidatos que se coja al más óptimo para el puesto. ¿Qué pasa que por ser mujer va a rendir menos? Si está mejor cualificada que otro, rendirá mejor, tenga novio o no, esté casada o no, esté embarazada o no. No pasa nada por contratar a una embarazada. Es una forma de demostrar estabilidad. Que no podrá dedicarse 12 horas a trabajar, puede, pero seguro que en el tiempo que emplea saca más cosas, porque estará más concentrada. Sacar adelante a un peque da un plus de responsabilidad, de compromiso. No es tan negativo como algunos se creen. A lo mejor no puede viajar, pero eso con las webcam, internet y demás inventos no es tan necesario. Quizá tenga que trabajar desde casa, eso no quitará un ápice de su horario laboral. Si las empresas se dieran cuenta de ello no tendrían tanto "reparo" en contratar mujeres y la natalidad subiría porque no habría tanta historia. Y en el hombre ocurre lo mismo. No trabaja igual un soltero que un padre de familia. No tiene la misma estabilidad emocional, ni ve igual su trabajo y su esfuerzo. La motivación es mucho mayor que un puñado de billetes para juergas. Lo importante es el interior, no nuestra condición sexual.

Y ahora tengo que ocuparme de mi pequeño que quiere desayunar. Que paséis por la vida viviendo, no como una maceta o una farola.

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