martes, 7 de junio de 2011

Personas

Llevo unos días pensando en las personas. Parece que es un término que está, por decirlo de algun modo, de moda. En los anuncios se habla de la importancia de las personas, de lo que hacen unas por otras, de cómo hay que tratarlas. Es curioso, porque si hay una idea que se repite constantemente en mis lecturas es que la red, Internet, no deja de ser una gran conversación entre personas. Es una definición curiosa y que me hace pensar en ese refrán "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces". Me pregunto si tanto hablar de las personas no muestra un olvido de las mismas. A diario nos cruzamos con muchas personas por la calle, por las carreteras, en el trabajo, en la red. ¿Realmente nos importan? Porque a veces entramos en los sitios como si estuviéramos en una cuadra. Un simple saludo serviría. En mi caso, cuando conecto el Facebook, casi siempre lo primero que hago es ver los contactos conectados y mandarles un mensaje de "Buenos días". No se trata de tener más o menos tiempo para conversar, pues a veces es un entrar y volver a salir. Pero por lo menos un poco de cortesía, de humanidad. Si despojamos nuestra vida de esa humanidad, puede que caigamos en un individualismo malsano que cualquiera sabe dónde nos puede llevar. Porque dejaremos de ver en los otros a las personas que son y eso, siempre es peligroso. La historia está llena de barbaridades cometidas por no reconocer a las personas que tenemos a nuestro alrededor: desde la esclavitud, la discriminación por sexo, religión a los campos de exterminio de los nazis. Incluso me atrevería a decir que el aborto también es consecuencia de ese no reconocimiento de la persona. Sí, es muy importante en nuestra vida diaria ese reconocimiento de los demás y de nosotros mismos. Es una dignidad.

Las personas son importantes por sí mismas, no por lo que nos pueden aportar

En los cursos que estoy haciendo se habla de escuchar, de gestionar conversaciones, de saber lo que quieren los demás. Y me lleva a pensar en esas empresas en que los directivos desconocen los nombres de sus trabajadores. Entiendo que si es una plantilla de 2.500 personas no se los sepan; pero no por ello dejan de ser personas que pueden tener cosas importantes que decir. Porque a veces, desde las alturas se puede tener una perspectiva distorsionada de los acontecimientos. ¿Cónocen la realidad de la calle en la que vivo los astronautas? Seguramente no, pero si en esta calle hubiera un silo de misiles que pudiera destruir si lanzadera espacial, seguramente les interesará. Por supuesto que es un caso llevado al extremo; pero nos recuerda la importancia que tiene tener los pies en el suelo y estar pendiente de los detalles. Puede que en el trabajo te cruces con mucha gente. Y que si eres un directivo o un mando intermedio tengas muchas cosas en la cabeza; pero no pierdas nunca de vista que los que te rodean son personas, con sus historias, con sus vivencias. Y la única diferencia entre ese directivo y el último auxiliar administrativo es el sueldo, ni más ni menos. Los dos comen, ríen, lloran... los dos tienen sangre y los dos van al servicio. Los dos han nacido y los dos morirán. Y puede que ése auxiliar administrativo tenga una historia mucho más interesante que el directivo. ¿Por qué dar por supuesto que tiene un rango superior por tener más sueldo? El mundo está lleno de gente podrida de dinero, infeliz, solitaria, incapaz de sonreir, aunque tengan muchísimo poder. El valor de las personas no se mide por el sueldo.

Sal de tu torre

Ilustra este post una foto del último DVD que hemos comprado. La historia de una chica encerrada en una torre. Tiene su mundo organizado, un horario establecido, una realidad clara. Aparentemente está feliz, es lo que conoce y se encuentra cómoda. Sueña con otras cosas, con las luces; pero vive en su torre, en su espacio. Tiene ideas del mundo de fuera por otra persona. Ideas negativas, prejuicios, mezclados con fantasías, con anhelos. Protege su don. Pero llega un día en que todo eso se trastoca. La llegada de otra persona hace que se lance a conocer por si misma lo de fuera. La mirada de otra persona la saca de sus inseguridades, la saca de su torre. Es un cuento, en el que nos podemos quedar en los hechos o buscar algo más. ¿Algo más? Sí, si lo llevamos a nuestra vida. A veces estamos encerrados en nuestra torre, sin darnos cuenta. Estamos cómodos en nuestra vida, en nuestras pequeñas cosillas. Lo tenemos todo muy planificado. Nuestro mundo es así, no hay variaciones de cambio y aunque anhelamos cambiar, ver esos farolillos por nosotros mismos, no llegamos a decidirnos completamente a hacerlo. Podemos vivir en una torre aunque nos pasemos la vida de aquí para allá en los aviones. Lo vemos todo desde nuestros ojos. No es algo malo; pero hay algo más. Creemos que hay estabilidad, que dominamos el entorno y entonces, ocurre algo que nos trastoca. En muchos casos, la bocina será el dolor. En otros, otra persona que irrumpe en nuestra vida y que hace que nos sintamos diferentes, que cambiemos sin que nos lo pida. Y descubriremos que tras el alfeizar de la ventana, hay una inmensa cantidad de posibilidades. Sólo hay que dar el paso y salir de la torre. Como en el mito de la caverna de Platón. Sólo hay que salir. Descubrirás otras personas que parecen muy diferentes y que sin embargo no lo son. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

1 comentario:

Bego R dijo...

Estamos tan acostumbrados a que nos traten como números sin mas que cuando te encuentras con alguien que te escucha ,por ejemplo en la consulta de un médico, se nos hace hasta raro.

Vivimos en un mundo que vales por lo que tienes y las apariencias están por encima de todo lo demás.

Nunca lo he compartido , me gusta mirar a las personas a los ojos y que ellas me miren cuando nos hablamos y aprender dia a dia con ellas y de ellas.

Besinos guapa, te deseo un buen fin de semana.