martes, 25 de marzo de 2008

Tanana, la Chamana



En la película "Hermano Oso" hay un personaje realmente curioso y especial que no creo que pudiera aparecer en la tradición judeocristiana europea: Tanana, la chamana. Una mujer respetada por todos, sabia, experta, que habla con los espíritus, con la divinidad, maestra de vida, otorgadora de los totems a los jóvenes que pasan a la edad adulta. Aparece poco; pero su papel es importante para la historia que nos cuenta la película. Y llama la atención porque choca con la imagen de mujer que tenemos en nuestra tradición, donde los valores de las mujeres se miden precisamente por intentar olvidar su feminidad o por "aceptar" su condición de estar supeditada a los hombres, ser sumisa, casi invisible, cuidadora, abnegada, necesitada de supervisión masculina. Hubo un tiempo en que no era así. Hace siglos no era así, en las tradiciones paganas de la Diosa había mujeres sabias, respetadas por ellas mismas, sacerdotisas de la Madre Mujeres que se definían por eso, por ser mujeres, no por ser esposas o madres. Y esa manera de verse como mujeres las hacía relacionarse con los hombres de forma diferente. Portaban una sabiduría que se perdió o se condenó llamándolas brujas, conocedoras de las malas artes. No se las entendía y pagaron un alto precio por ello. Se impusieron una serie de valores que eran extraños y se degradó el mayor de sus dones. A partir de entonces se vió pecaminoso y sucio todo lo que tenía cuerpo de mujer, se las hizo responsables del mal. por lo que había que taparlo, ocultarlo. ¿Queda algo de eso en la actualidad? Indudablemente. A muchas mujeres les cuesta llevar con naturalidad el periodo, es casi tabu hablar de ello y de todo lo que se relaciona con su sexualidad. Y las feministas nos venden el otro engaño diciendo que lo propio de la mujer es rechazar el embarazo y que si te quedas tienes que abortar. Valiente patraña. ¿Hay mayor don que tener la capacidad de dar vida? Estar embarazada no es tener un parásito dentro, sino una nueva vida. No es sólo mi cuerpo, sino que somos dos, con los mismos derechos. Sólo las mujeres podemos dar a luz, sólo nosotras tenemos esta capacidad.

¿Cómo se puede conjugar este pensamiento con la tradición, con las creencias, con mi fe? Lo cierto es que yo no veo que sea blasfemia pensar en Dios como "Padre-Madre". Si segun la tradición, el mal proviene por Eva que hizo caer al primer Adán, la dignidad de la mujer fue elevada con María. Si Dios rompió las leyes de la naturaleza haciendo que Eva saliera de la costilla de Adán, las restableció con la Encarnación en la que no hubo concurso de varón. Veo el lado femenino de la divinidad y eso no creo que sea nada malo. No me identifico con eso de poner velas, usar inciensos (siempre me han dado dolor de cabeza), preparar elixires u otro tipo de ritos esotéricos. Aunque lo de las velas y el incienso también forman parte de la liturgia cristiana, no me reconozco con la wicca. Creo que lo que he dicho puede vivirse también desde mis creencias. Sí, en ella hay mucha presencia masculina... normal... en la sociedad en que nació las mujeres siempre estaban en segundo plano. Pero no creo que Dios sea así, porque los evangelios no pueden negar la importancia de la mujer para Dios. En los momentos importantes siempre hay una. ¿Por qué entonces esa imagen de personaje secundario? Porque era una tradición de hombres, algo tan enraizado en su cultura, en su pensamiento, que no pudieron o no quisieron evitarlo. Y que conste, de nuevo, que no soy feminista... ni machista. Me llevo estupendamente con los hombres de mi vida y, entiéndase bien, no los necesito para ser yo. Quiero compartir mi vida con mi marido, pero no me defino por ser su esposa. Quiero a Dani; pero no soy sólo su madre. Yo era yo antes de ellos y lo sigo siendo con ellos. No los veo como "el enemigo", como si compartir mi vida con ellos fuera un obstáculo para conseguir mis metas. No, para nada. De hecho, diría que es al contrario. Son los que más me apoyan, mi fuerza para conseguir mis sueños. Mi marido y yo nos complementamos. Ambos planchamos, ambos cocinamos, ambos cuidamos a Dani. La única diferencia es que él tiene trabajo remunerado y yo estoy en una temporada de cuidar al peque exclusivamente. ¿Qué tiene más valor? Económicamente hablando puede que su trabajo sea mejor ¿o no? Porque el hecho de que yo esté en excedencia nos supone menos gastos, aunque también menos ingresos. Menos gastos porque si trabajara en la oficina supondría colegio o guardería desde los 4 meses, gastos del coche, gasto adicional de comida, ayudas para el tiempo en que no podemos estar uno de los dos... y pérdida de los momentos importantes de Dani, que son de incalculable valor. ¿Soy menos mujer por estar en casa? Yo no lo creo. No me pagan en euros; pero sí en sonrisas, en miradas llenas de ternura, en pasitos, en carcajadas, en caritas preciosas de angelote dormido... eso no se paga ni con todo el dinero del mundo.

Ser mujer es algo más que aceptar un papel establecido. Quien quiera aceptar el rol predeterminado, que lo haga conscientemente. No es mejor aquella que se mueve en el mundo como si fuera un hombre competitivo, ni la que renuncia a tener vida familiar por un sueldo mayor o por su carrera profesional. Es mejor quien está bien en su piel, allá donde esté, dirigiendo una multinacional o haciendo la comida de su bebé. Llevando ropa de Chanel o de mercadillo. Conduciendo un camión, una tuneladora o un carrito de bebé. Lo que está claro es que no merece la pena definirse como "anti", porque además de pobre es deprimente. Una mujer no puede ser "anti hombre". Una sociedad sólo de mujeres está abocada al fracaso como una sólo de hombres. Ambos sexos pertenecen a la misma especie, son necesarios para subsistir, por lo que negar uno de ellos lleva irremediablemente a la negación del otro.

Lo importante es seguir el corazón, buscar aquello que nos hace felices de verdad... esa es la verdadera sabiduría que buscaban e intentaban inculcar las chamanas, como Tanana. Mostrarnos el camino del valor que debería marcar nuestra vida: unos paciencia, otros la orientación, otros la sabiduría, otros el amor... si nuestra vida se regía por el espíritu seguro que sería mucho mejor para nosotros y para la sociedad. Aprendamos de las grandes mujeres al igual que aprendemos de los grandes hombres. Nuestra vida ganará.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos hermana.
Todo lo que escribiste es maravilloso.
No te olvides de seguir asi.


Tanana...