sábado, 22 de marzo de 2008

Vigilia Pascual



Hoy se celebra la fiesta más importante de la liturgia. Sin ella, la fe de millones de personas, no existiría. Esta noche es la Vigilia Pascual, la celebración de la vuelta de la luz, de la institución de los sacramentos, de la Resurrección. No hay una fiesta mayor en el calendario, al menos para los creyentes cristianos. Hoy se cumplen las promesas, se inicia un nuevo tiempo. Para algunos, sin embargo es el inicio del final de las vacaciones, la hora de empezar a hacer las maletas y regresar a la vida cotidiana antes que los atascos nos quiten el buen humor. Otros estirarán el descanso lo máximo posible y se arriesgarán a volver el domingo por la tarde. Paciencia para unos y para otros, que no merece la pena dejarse la vida en la carretera o quedarse marcado para el resto de tu vida. ¿Qué prisa tienes? Llegar a casa para deshacer las maletas, poner lavadoras y llegar a tiempo para pasarte por el supermercado a comprar algo que rellene la nevera hasta el lunes. Es mejor tardar un poco más y llegar a correr y quedarte en una cuneta de una curva perdida, con lo que te saldrían muy pero que muy caras las vacaciones. A mi no me compensa, la verdad. Aunque creo que en la Resurrección, no quiero jugarme la vida, pues me queda mucho por hacer, por ver, por descubrir... me queda mucho por vivir aqui.

Vuelvo al tema que me compete hoy, el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Es curioso cómo muchos viven intensamente la Semana Santa, hasta hoy. Se quedan en el dolor, en las procesiones, en la penitencia. Y se quedan sin lo mejor. Esta noche se inician los 50 días de la Pascua. 50 días, 10 más que la Cuaresma. La liturgia nos enseña que es importante acompañar en el dolor; pero mucho más es acompañar en la alegría. Y cuesta aprender esa lección. Acompañar a alguien en el dolor nos sale con bastante facilidad. Aún en los momentos de pérdida de un ser querido, es relativamente sencillo, aunque a muchos nos cueste decir eso de "te acompaño en el sentimiento" ¿Qué se le dice a alguien que acaba de perder a un hijo o a un padre o al ser amado? Digas lo que digas te sentirás como un idiota. Por lo menos, yo siempre que voy a un velatorio o a un funeral tengo esa sensación. Parece que acompañar en la alegría es más sencillo. Parece, porque realmente es más complicado. Alegrarse de verdad de los éxitos ajenos, sin sentir un poquito de envidia, es una árdua tarea. Basta que nos acordemos de nuestro tiempos de estudiante, para darnos cuenta de que si alguien sacaba mejor nota, casi diría que le mirábamos mal y todo. Se le tachaba de empollón. Y en la vida laboral, quien consigue un ascenso es tratado de pelota con el jefe. Alegrarse de los éxitos ajenos, complicado por lo menos. Podemos reirnos; pero en el fondo nos inquieta. ¿Por qué? Porque nos gustaría ser nosotros siempre los que ganamos, los que triunfamos, los que vencemos... y claro, si vencen los otros, puede que a nosotros nos toque el lado amargo. En la Pascua no sucede así, ganamos todos. Y el que ganemos todos no significa para nada que todos perdemos. Vence la vida, nos demuestra que tiene un sentido estar en esta tierra y pelear por los sueños. Es la Fiesta de las fiestas. Porque sin la Resurrección, la muerte habría ganado la partida. Eso no significa que no duela la muerte de un ser querido. Significa que se ha convertido de un "hasta siempre" en un "hasta luego". ¿Tiene sentido lo que digo? Sí, si se vive. Si te quedas en lo externo, en la parafernalia, parecerá absurdo lo que digo. ¿Cómo puedes alegrarte de algo que pasó hace 2000 años (o más, depende de las fuentes que tomes)? Porque pasa hoy. Porque quiero vivir para siempre el amor que tengo por mi marido, por mi hijo, por mi familia... no quiero que sea algo que tenga un final. No me da la gana. Dios no sería Todopoderoso si nos trajera a esta tierra a pasar unos añitos, conocer gente estupenda y después... te pudres en una caja o te queman. Eso no sería la Gracia de Dios, sería una p____ (¿hace falta que diga la palabra?). No, el ser humano está hecho para algo más, lo grita su corazón, sólo hace falta escucharlo.

Vigilia Pascual. Es extraño vivirla en otra parroquia que no es la de siempre. También tiene sus cosas buenas. Puedo cantar como me sale del corazón sin pensar en qué pensará el de al lado, porque nadie me conoce. Y he cantado. En el pregón, creo que era la única persona que cantaba sin contar con el coro. Es lo que tiene tantos años de coro parroquial, que te sabes las canciones. Y al estar sola era como si sólo estuviésemos Dios y yo. Me apetecía cantar, dejar que el corazón vibrara cantando Gloria, Dios ha resucitado, el cuerpo de Dios hecho ser humano ha resucitado. Es en lo que creo, que el que anduvo en Galilea y en Judea hace un montón de años sigue aqui, se ha quedado en el Sagrario para poder hablar, para escucharme, para aliviarme, para amarme como nadie lo ha hecho y nadie lo hará. Comulgue o no, Él está a mi lado y hoy mi alma le canta agradecida por querer seguir aqui. Conozco a más de uno que con ese poder nos habría mandado a la porra, habría perdido las ganas de encontrarse conmigo, con la humanidad. Jesucristo no. Hace verdad esa frase que el amor hace nuevas las cosas. Cada día vale la pena, merece el esfuerzo, se puede luchar, se puede entregar la vida en lo cotidiano. No hacen falta grandes "alaracas" para vivir cada momento como si fuera el momento de tu vida. ¿Y qué pasa con los que no tienen fe? Lo más importante no es tener fe o no, sino el amor. Y, como diría más de un cantante, nadie puede y nadie debe vivir sin amor. No creo que haya nadie tan desgraciado en el mundo como para que no haya sido amado nunca en su vida. Siempre está el amor de una madre, por el mero hecho de dar a luz. La conozcas o no. Tarde o temprano alguien te amará, o te sonreirá aunque sea un instante. No, no me imagino a nadie que no haya sido amado. Y si alguien piensa que nadie le ama, que se vaya a una iglesia y mire el cruficijo. No hace falta decir nada. Sólo mirar. Diría que en el fondo del corazón, resonará una voz de las que sólo se oye en absoluto silencio diciendo tímidamente "Yo te quiero". Puede que te cambie la vida o que siga como siempre; pero no digas que nadie te quiere.

Me he puesto muy espiritualota hoy. Lo sé. Hay días que se puede. Hoy es uno de ellos. Por delante tenemos 50 días de fiesta. Algunos se quedarán como siempre, pensando en si ganará el Madrid o el Barça, si Fernando Alonso adelantará a Hamilton, si Raul irá a la Eurocopa o si tendremos que comermos las plantas del parque porque la hipoteca se llevará todo el sueldo. Algunos mirarán el pasar de los días pensando que cada uno que pasa es uno menos para las vacaciones del verano, uno menos para acabar con el "dichoso" proyecto que te quita el sueño... digo proyecto pero puede ser oposiciones, exámenes, trabajos, entrevistas, programas, que cada uno coja el que más le convenga. Serán días que pasen como un suspiro o lentos como la gota de agua de un grifo mal cerrado o como pasa el tiempo cuando estás esperando que llegue el final de la jornada laboral o cuando esperas a la persona amada. Yo espero que en estos 50 días que hoy empiezan podamos al menos un ratito al día entrar en nuestro propio corazón y escuchemos lo que tiene que decirnos la vida, esa vida que hace 2000 años se quedó y que hoy sigue dándonos fuerza. Yo le pido que pase por mi vida y bendiga lo que llevo, a tanta gente, tantas ilusiones, tantos miedos, tantos sueños... que pase y al mismo tiempo que se quede. Hoy se inicia la alegría, es la Pascua. ¡Feliz Pascua para todos!

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